4/4 (segunda parte). Alejandro Leibowich



Pintura de Barrett

Alejandro Leibowich


Estabas vos, che, vos, ahí. Me he vuelto un narrador fantasma, estoy pero no estoy. Tus sueños, tus sueños... No, no quiero molestar, pero ¿rezarías conmigo? No tengo la menor idea de cómo hacerlo, pero bueno. Es este tema del orden superior, de caminar sobre astillas, de que todo se va ordenando. No hay dolor, no sé que es el dolor. Caminar es mundano, ni sé qué es caminar. Despertar. ¿Despertamos? A los muertos los entierran desnudos. No, voy a seguir tu camino hecho de sueños, huellas incandescentemente oníricas. Me calzan justo, es como un orden superior, y estoy rezando, estoy rezando. Aunque no sé hacerlo. Sonría, sonrío. Sigo los pasos, sigiloso nomás. Sí, las astillas siguen invadiendo el suelo. Y estaba en la cresta de la ola. Creeme, me congeló el pasado, en algún momento sacaste una instantánea de mis múltiples sombras. Éramos felices, felices. Aunque la felicidad tal vez se confunda con el hastío. Tres fotos, ¿por qué justo tres? Los números no deberían ser arbitrarios. Hay una mística en el círculo y en los números impares. ¿Viste ese circulito en las partituras? Dios o lo que sea se representaba en la perfección esférica. No, vos sos ojos verdes, nena. No me vengas con que no sos consciente de quién sos, o de lo que sos o de lo que representás. Algún día te voy a invitar a ver carreras de dragones. ¿Te gustaría? Me quemo, me quemo, me estoy prendiendo fuego. Pero piedra persa sin nombre, ¿ya te olvidaste de mí? Es cierto, al final, toda mi memoria carece de importancia. Te perseguiré, pero me quedo en un rincón. No molesto, no creo ser un mal tipo. Bah, ya no sé. El grito primal es liberador. Total, si me prendo fuego, ¿a quién le importa? Las paredes resuenan, en realidad todo sitio es ilusorio. Perdido, perdido. Atado al destino, a los muertos los entierran desnudos. ¿Vas a venir a mi entierro? No, no quiero verte llorar a vos.¿Cómo te puedo ayudar, si ya no estoy? Estoy habitando el vacío. No estoy, entendeme. Sonría, sonrío. No, no puedo, Tampoco puedo rezar, ni sabía cómo hacerlo. Mucho gusto. El destino es un tramposo, ¿los separaría la muerte? No, si soy mas pelotudo que Mario. Modestamente estoy tomando un dictado, ¿de qué? ¿de quién? Ya ni sueño con dragones. Es todo muy triste. ¿Me garantizarías algo? Las astillas se multiplican, auxilio, auxilio. No sé que es el dolor, ya no importa. ¿Caminamos? ¿Flores? No sé mucho de eso, como quieras. ¿Despertamos? ¿Por qué el plural? Ana firma con tres seudónimos sus canciones. Somos hermosos perdedores. Dueños de nada, pero estuvimos en la cresta de la ola. ¡No puedo despertar! ¡No puedo despertar! ¡Hagan algo! ¡Hago algo! Quisiera al menos sentir angustia, pero estoy en el borde, tratando de encontrar algún significado, debería haber alguna forma de salir de acá, te lo reitero. Triste, es todo muy triste. Yo, Yo, mío, las astillas no hacen daño. Ya no temo a prenderme fuego. Caminar es mundano, la historia está poblada por recuerdos de los vencedores. Es lo que perdura. Lo que queda. Ojos esmeralda. Seguro vas a estar ocupada con la entrega. Pero, no, somos hermosos perdedores. No sé que quedará. Yo ya soy una cáscara vacía. Sonríe, sonrío. Hielo, hielo, agua, agua. El frío, el orígen primitivo, caldo de cultivo. No, ¿qué te puedo decir? Respirar ahora se complica. Sin embargo soy un privilegiado, porque escribo esto en el viento. Alguien podrá leerlo. No, no, los idiomas acá no sirven. Es esa cuestión de orden superior, pero a mí no me presentaron a nadie... Es confuso, estoy habitando un recuerdo, pero no puedo moverme. No tengo voluntad propia, sos vos la que me permite esos lujos. No llores, no llores. No sirve para nada, creeme. Sí, el dolor hacía que las astillas y las lágrimas se multiplicasen. Pero no es tu caso. Tenés que terminar con tu trabajo. Estarás tomando café con tus amigas en el bar de la esquina. Buenos Aires tiene símbolos que no se entienden porque no se quieren entender. La mística es invisible. Necesitás dormir. Tal vez con una horas sea suficiente. Hoy es un día hermoso. Bah, eso dicen, ¿no? Caminar es mundano.






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