Vida salvaje. Introducción. Alejandro Leibowich





Alejandro Leibowich


-García,¿por qué no ejercita un poco su galicismo, y escribe el nombre de la ópera en el pizarrón?

-¿Ahora qué hago? -tose García. Mira el entorno como extraviado. Después, se queda casi sumido en la nada.

-Es “Pelleas et Melisande”. P-e-l-l-e-a-s e-t M-e-l-l-i-s-a-n-d-e -dice con una voz apenas audible Rand.

Pablo, escribe lenta aunque aplicadamente lo que escucha.

-¿Qué les pasa a ustedes los Odombuardios, quieren por favor hacer silencio?

Odombuardio, se repliega en su rincón y mantiene compostura. ¿Y usted de qué se ríe, Rand?

-No, discúlpeme, es que me causó gracia ese uso del plural…

-¿A qué se refiere?

-¿Cómo decirlo, señor? Es que suena como... como mitológico. Los Odombuardios...

-¿Mitológico?

-Bueno, justo hablamos de leyendas, ¿no? De dar vida a lo perdido. Recuperar por la palabra con ayuda de la música, el sentido de un amor de características sobrehumanas. Su sentido más profundo es darnos vida eterna y lo que es tal vez aún más importante, ennoblecernos, a usted, a mí, a todos. Todo tan imperfectamente wagneriano. Perspectiva francesa, la música “sin chucrut” de Satie. Ese tipo siempre pensando en comida, la debía pasar mal. ¿Leyó a Kurt Pahlen, por casualidad? Este Debussy, amaba y odiaba al mismo tiempo el planteo de “Tristán e Isolda”. Que si vamos al caso es un esquema teutón equivalente a “Romeo y Julieta”.

-¿Y qué me sale con cuestiones que no incumben a esta facultad? Esto no es Filosofía y Letras. Ya tuve con usted una charla sobre el Facundo y el Martín Fierro. ¿Quiere guardar compostura, por favor?

El Diego, le pateó los libros que tenía a un flanco Ivan.

-Calmáte rusito…

-...

Cayeron desparramados por piso, el “Kybalion” de Hermes Trismegisto, Maeterlinck y un cd de “Wild Life” de Wings. Ivan, tuvo sinceras ganas de trepanarle el cráneo. Sin embargo, con una voluntad engañosa se volvió a juntar todo.

-Con todo respeto, señor. La ópera como todos saben, es teatro cantado. Hasta me da vergüenza decir una obviedad tan grande. Cuando hablamos cantamos. Si usted me sale con el planteo del “sonido en estado puro”, la verdad no sé si es útil en este caso o quizás en ninguno. La palabra vive inmersa en el sonido, aunque no se la perciba. Puede salirme con un Impromptu de Schubert, esa urgencia del mensaje, el tener que decir ya. Pero los románticos, siempre buscaron también desesperadamente las palabras. Esos títulos, las comparaciones con imágenes. Wagner es un precursor del cine con ciertas ideas sonoras y visuales. Hasta la tuberculosis y la sífilis eran “románticas” y llenas de palabras. Sálgase del corset armónico wagneriano. Y ahí aparece Debussy, aparece la armonía “impresionista”. Entonces. Por ejemplo, ¿quién inventó la percepción melódica?, qué es primigenia. ¿Y quién inventó la palabra? ¿Quién le enseñó a las madres a calmar a sus hijos con canciones de cuna? Que por cierto tienen letra. No fue Bach, ni siquiera Bach, que por cierto, fue el mejor...Por lo tanto, ni hablamos de tonomodalidad, de temperamento, ni del “Cantar de los cantares”, del “Corán” y Scherezade. Ni de barrocos mágicos, hablamos de algo que viene de mucho antes.

-¿A qué se refiere? El oído más perfecto que dio el siglo XX, lo más próximo en la proyección de tiempo que conocemos, fue Webern, que murió por un disparo perdido cuando la segunda guerra se consideraba terminada.

Pasan dos autos y los cristales de las ventanas tiemblan. Las paredes, mal acustizadas, no pueden detener las frecuencias y todo colapsa de cierta forma.

-Señor, nadie le negó eso. Webern y su microchip sonoro. No tengo ganas de hablar de la segunda escuela de Viena, le pido disculpas. ¿Leyó a Ernst Toch? Escribió su tesis doctoral en filosofía, (perdón por decir la palabra filosofía, sin embargo, si hablamos de Webern, deberíamos hablar de Adorno), sobre “La melodía”. Y la verdad con toda la erudición y buena voluntad que tenía ese autor, no me deja nada. No me convence. La cuestión es genética. El arró arró cantado por la más desafinada de las madres, sirve de arrullo. Mi vieja no sabe lo que es una sensible tonal o modal, y eso ¿qué importa? Si vamos al caso ni Mercedes Sosa lo sabía, pero las usaba. Está en en el ADN humano. Pueden romperse la cabeza tratando de encontrar respuestas como Chomsky con el lenguaje. Me parece excelente, pero no toda salida es racional. Esto es prerracional.

-Me parece muy bien, Rand. ¿Por qué no va a aprender composición a un zoológico?

-Me parece una idea excelente, señor, salvando la ironía, que a veces es sana. Creo que ya hay antecedentes de lo que trato de cuestionar que indican...

García se tropezó, debía estar fumado, últimamente siempre llegaba tarde, y además tocaba cada vez peor la guitarra. Esos estudios de Tárrega, los estaba ahogando, ahogando.

-Porque los primates…

-Está bien, ya cállese. Y dígame, ¿quién es ese que tiene estampado en su remera?

-Es un bajista, también canta, la verdad no es nada nuevo. Es Paul Mccartney. ¿Lo conoce?

El Diego no aguantaba la risa.



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