Anoushka Shankar, y la fusión musical de Oriente y Occidente desde la mística y el legado. Alejandro Leibowich



Anoushka Shankar y George Harrison

Alejandro Leibowich

El siglo XX estuvo cruzado por varios fuegos desde el sonido. La música académica, heredera de lo que alguna vez fue lo que hoy se conoce como música clásica, respiraba todavía una noche transfigurada. El serialismo, libre y luego organizado, con teóricos como Theodor Adorno en su haber, que fue la mano derecha intelectual de Arnold Schoenberg y la Segunda escuela de Viena, junto con Berg y Webern habían dejado una huella que aún se investiga. Stravinski había hecho una revolución desde otro ángulo partícipe. Todo se hibridaba, se yuxtaponía, se condensaba y se volvía también individualista. Algunos también caían en la divergencia. Pero Ives, Xenakis, Varese, Berio, Cage, Nono, Stockhausen, Boulez, Gandini o Messiaen, parecían cumplir con ese dictamen clásico que desde el hoy podría entender que el mundo está gobernado por los que ya no están con vida. Así parece complirse en la música culta. También en la popular o pop, con la eclosión y la manifestación del timbre como funcionalidad sonora en sí mismo, queda el legado de Hendrix, Harrison, Ravi Shankar, Ananda Shankar e incluso desde la intuición de Brian Jones.

La conexión Ravi Shankar-George Harrison

“La música puede no tener, precisamente, santos. Pero ningún músico vivo está más cerca de ser eso.” Dijo Harrison, refiriéndose a Shankar. Era la quintaesencia de la banda inglesa “The Beatles” hablando de una peregrinación a un sonido futuro. Oriente esperaba a Occidente. George decidió viajar a la India para aprender sitar directamente de Ravi.

El maestro Pandit Ravi Shankar había dejado una impresión tal sobre Occidente durante los años 1950 y 60, que cuando “Los Angeles Times” escribió sobre el hombre casi medio siglo después, todavía estaban tan fascinados con el virtuoso como si eso hubiese sucedido el día de ayer. Incluso como bien se dijo se lo equiparó a un santo entre los músicos.


George Harrison estudiando con Ravi Shankar

Desde su extraordinaria odisea musical, Ravi Shankar se extendió a lo largo de ocho décadas, y se convertiría en uno de los primeros músicos hindúes en reunir un tremendo fanatismo en Occidente.

Su contribución para llevar las ragas hindúes al resto del mundo no tiene antecedentes, ni precedentes. Ningún otro músico hindú se acercaría a Shankar de la manera en que allanó el camino para que surgiera una nueva era de la música en la década de 1960, que incluye una infusión ecléctica de instrumentos hindúes en el pop. Con su consecuente nueva tímbrica.

Cuando le preguntan a su sucesora natural sobre mantener la tradición, y que significa la misma. Su hija Anoushka Shankar dice: “Mi experiencia ha sido que sólo se puede mantener viva una tradición manteniéndola viva. Cuando una tradición se congela en el pasado, se arriesga a su propia desaparición. Deja de ser relevante para la gente de hoy al convertirse en una reliquia, para ser atesorada como algo en un museo. Una forma de arte debe ser algo que se extraiga, se use, se ame y se tenga como parte de tu vida, como un plato favorito en su sitio en lugar de (algo escondido) en una caja negra. Para mí, se trata de exponer a las personas a una forma de arte para que no la sientan extraña o intimidante. Se trata de permitir que la forma evolucione y respire como una tradición viva, por lo que continúa creciendo y relacionándose con las personas de cada generación subsiguiente.”

Soy de la teoría, si investigamos un poco a lo largo de la historia, de que cada siglo tiene su propio período renacentista. Si éste como tal existió en el siglo XX, se dio en los años 60. Sin embargo lo que es novedad, como en 1889 las ferias universales que se estrenaba en París, y desbordaban de ideas a compositores como Debussy. También a la vez despertaban impresiones inesperadas: “Para los oyentes estadounidenses, las interpretaciones musicales de Shankar en ‘un instrumento de aspecto confuso, con la forma de una guitarra de gran tamaño deslumbraron con su complejidad’. Algunos incluso encontraron un ligero parecido con el jazz moderno y el sistema de doce tonos de Schoenberg.” Estaban ante un sistema nuevo y una forma instrumental, de notación, de pensamiento totalmente diferente. Uno da siempre sus impresiones desde lo que conoce, y los más arriesgados desde lo que creen conocer.


Ravi Shankar y George Harrison
                     
Según “Time” , el arte del sitar de Shankar fue una gran influencia en los innovadores del jazz, al igual que el pianista Dave Brubeck (y sus innovaciones rítmicas), y los saxofonistas John Coltrane y Bud Shank.

"Todo el mundo se refiere a lo grandiosa que es nuestra música, pero en comparación con la música hindú, estamos muy limitados. Es de posibilidades infinitas lo que un músico como Ravi puede hacer “, declaró alguna vez una voz de Occidente.

Fue su asociación y su conocida camaradería bohemia con “The Beatles”, la banda de rock inglesa por excelencia, la que convirtió a Shankar en una suerte de entidad inmortal en los países occidentales, y claro está, especialmente durante el auge del movimiento hippie.

Una interesante historia coincide con la visita de Harrison, a quien Shankar le había recomendado específicamente que llegara disfrazado para evitar el ser reconocido por la gente. Con un cambio de imagen compuesto por un nuevo peinado y un bigote, Harrison logró pasar la aduana e inmigraciones. Pero finalmente fue atrapado por un chico que manejaba un ascensor en el Taj Mahal Palace y Tower Hotel en Mumbai, lo que pronto provocó una aglomeración de una gran multitud.

El dúo tuvo que huir forzadamente a Srinagar, donde vivían en una casa flotante y continuaron pacíficamente el estudio de Harrison del sitar.

Desde la perspectiva de la música hindú, desde el país, no sólo estaba Shankar. Todos los grandes maestros de sitar y de otros instrumentos tradicionales como Ustad Vilayat Khan, Abdul Halim Jafar Khan, habían fallecido. Desde las nuevas generaciones lidiar con eso no parecería tan fácil. Anoushka Shankar, nacida en 1981 dijo al respecto: “No lo veo así. Palabras como ‘hacer frente a’ o ‘llevar el peso de’ una tradición implican algo demasiado grande para soportar. Desde una perspectiva tan negativa, todo se vuelve imposible de realizar: ¿cómo puede uno interpretar desde una perspectiva con semejante carga? Para mí, la música viene del amor y la conexión, de la alegría y la apertura. Uno tiene que encontrar una manera de expresarse desde ese lugar, no sentir que es una sombra. Si los oyentes quieren que la música cobre vida, es importante apoyar positivamente a los músicos más jóvenes."


Anoushka Shankar y su padre en el "Concierto para George"

                            
“Uno hereda y continúa. Y, cómo nos las arreglamos es una pregunta natural, una pregunta importante. Ninguno de nosotros es representativo de una generación completa, somos individuos que provienen de diferentes subconjuntos musicales y ‘gharanas’. Hacemos esto de diferentes maneras; alguien más podría enfocar esto de una manera completamente diferente a como lo hago yo.”

En la década de 1970, Shankar y Harrison colaboraron en dos álbumes y recorrieron los Estados Unidos juntos, pero lo que surgió como un gran avance en esta amistad fue un concierto benéfico para Bangladesh en 1971.

Perturbado por la difícil situación de innumerables refugiados que escaparon a la India de las brutalidades de la guerra en Bangladesh, Ravi quiso intervenir y se acercó a George.

A través de dos conciertos benéficos en el Madison Square Garden que incluyeron a Eric Clapton, Bob Dylan y Ringo Starr, el dúo logró recaudar millones de dólares para UNICEF y se convirtieron en heroes a los ojos de los bangladesíes. Se cree que este evento pionero habría sido el precursor que inspiró otros de beneficencia en el rock. Incluido el concierto de 1985 de Live Aid para recaudar fondos para el intentar aliviar la hambruna en Etiopía.

Shankar y Harrison siguieron siendo amigos durante toda su vida y luego trabajaron juntos en varios proyectos, incluido el álbum de 1997 “Chants from India”. De hecho, Harrison coprodujo la retrospectiva “Ravi Shankar: In Celebration” que se lanzó en 1996.

Es muy alentador ver cómo dos músicos apasionados provenientes de paradigmas, sistemas y culturas musicales completamente diferentes forjaron un vínculo de amistad que se trascendió tanto temporalmente como espacialmente. Harrison, quien una vez llamó a Shankar “el padrino de la música mundial”, había declarado que el legendario músico fue el más influyente en su vida.



Sukanya Shankar ,Paul Mccartney, Ravi Shankar y Ringo Starr

                      
Hace muy poco se cumplió el 98º aniversario de su nacimiento, y recordamos al iconoclasta musical que cambió para siempre la forma en que se percibía la música clásica hindú en el extranjero, y la llevó a alturas supraterrenales, algo que ningún otro músico de ese origen hubiera soñado alcanzar incluso en sus sueños más profundos y salvajes, cuando incluso se puede suspender o acelerar la respiración.



La heredera, Anoushka Shankar

Ravi Shankar tuvo dos hijas de madres diferentes. Una muy popular y notable songwriter en el estilo que entendemos en Occidente. Norah Jones ha cosechado grandes méritos y ventas por cuenta propia. También colaboró con su hermanastra Anoushka en algunos proyectos como “Traces of You”.

El pensamiento en la música clásica hindú, tiene otra estética, y otra velocidad, fraseos de ideas, afinaciones y tímbricas.

“Y la gente pregunta: cómo hizo eso”, bromea Anoushka y explica efectos de cuerdas que hace sonar por simpatía ejecutadas al aire. Al mismo tiempo explica cómo funciona una escala mayor en un sitar más complejo en posibilidades. Es zurda y toca como diestra.

Tiene en su haber infinidad de participaciones. Con la Filarmónica de Berlín, la Filarmónica de Los Ángeles y la Filarmónica de Nueva York. Tocó el “Sitar Concerto No. 2” de su padre con Zubin Mehta. Colaboraciones con Sting, y con su marido en bandas sonoras, el director de cine Joe Wright, que llevó adelante “Anna Karenina”. Como combinaciones con el flamenco y cuestiones de música nacional hindú. Se podría decir sin temor a equivocarse que Anoushka Shankar es una de las mejores compositoras dentro del ámbito que se conoce como popular, y creo que lo excede con creces. Hace unos días Deutsche Grammophon, su sello habitual, acaba de sacar “Best of Sitar”, un álbum que reúne obras de su padre y de ella.

Además de su constante experimentación y evolución en la música, más que todo en lo que se conoce como “crossover”, o World Music. Se encuentra comprometida en combatir y erradicar todo concepto de racismo y xenofobia, como también adhiere al feminismo.

Anoushka se puede volver tremendamente introspectiva e intimista. A la vez que sumamente simple, para tratar de explicar su vida desde la anécdota: "George Harrison, de quien era muy cercana, me contó una historia cuando tenía quince años. Se trataba de dos ranas. Dijo que ambas cayeron en una olla de leche, y una de las ranas, una pesimista, se rindió de inmediato y se ahogó. La otra rana seguía intentando saltar, a pesar de que fallaba una y otra vez. Lo intentó durante tanto tiempo que, finalmente, todos sus saltos y nataciones batieron la leche hasta volverla mantequilla, y pudo saltar cuidadosamente. No siempre creo que haya un final feliz en cada evento de mi vida. Sin embargo, actúo como si pudiera haberlo, ya que sin esa pizca de esperanza no seguiría intentándolo y, por lo tanto, un final triste se convertiría en una profecía autocumplida." La simpleza y la continuidad son el latido interno de la tradición.

Mientras, ahora mismo corre el reloj, en algunos lados el mundo es vértigo. Tal vez ella esté ensayando y probando sonido. Prepara un tour por USA para marzo que fue anunciado públicamente hace horas. Acá en la Argentina, que aguarda en breve la visita de Paul Mccartney, la presencia de Anoushka Shankar en un escenario sería parafraseando a Tagore “un sentarse silenciosamente a su lado, y escuchar”. 


Anoushka Shankar

Fechas del tour de marzo en USA




 

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