La entropía "Buenos, Limpios & Lindos" de Vera Fogwill. Prima Vera Ser, oh! Alejandro Leibowich



Buenos, Limpios & Lindos. Vera Fogwill

Oscuridad.

“Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.

El brillante sol se apagaba, y los astros

vagaban diluyéndose en el espacio eterno,

sin rayos, sin senderos, y la helada Tierra

oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna;

la mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo

consigo el día".

“Las olas estaban muertas; las mareas estaban en sus tumbas,

Antes ya había expirado su señora la luna;

Los vientos se marchitaron en el aire estancado,

Y las nubes perecieron; la Oscuridad ya no necesitaba más

de su ayuda… Ella era el universo".


Lord Byron

Prima Vera Ser, oh! (La primer verdad es el Ser, oh!)


Alejandro Leibowich



En la noche de las noches. Cuando tal vez la noche era intemperie, para quien la contemplase. Desolación vacía. Había una leyenda sobre la oscuridad y las supuestas estrellas. Sin embargo, no queda bien en claro quién podía contar eso. Dado que no había pupilas ni razones que se registren como historia. Sin embargo, se habla de leyenda. El cielo era un gran telón oscuro, lo más negro que podría soñar la negrura. Sin embargo se sostenía que el mismo tenía imperfecciones. Pequeños agujeros que permitían filtraciones. Detrás se decía que estaría la luz divina. Velada a los ojos de los mortales, salvo por esas ínfimas cuestiones lumínicas. ”Antes del funeral la gente ya está muerta:”

“Estar muerta no ‘pareciera ser’ dejar de respirar. Tampoco tiene que ver con esa infelicidad constante; más bien se parece a la tristeza propia de la verdad. La verdad es reveladora y aún no conozco una verdad que no sea triste. No me refiero a la verdad de saberme muerta y conocerme muerta, ni tampoco a aquella verdad que antes sabía… Esa que me avisaba que iba a morir. Me refiero a la verdad a secas. Ser persona. Ser eso. Ser algo. Responder a ese algo, olvidarme de lo que fui y seguir intentándolo. Los muertos supuestamente íbamos hacia la luz, sin embargo, dentro de mí estoy a oscuras viendo a los vivos iluminados. La verdad antes era más sincera. Ahora todos tenemos miles de recovecos donde escondernos. Hay tantas posibilidades de ser otro, o de tener vidas ocultas, aunque no sean vividas sino pensadas, que la verdad es algo que se ha perdido en el tiempo y el tiempo es algo que nos ha perdido a nosotros".

“Buenos, Limpios & Lindos” fue publicado en el 2013, que fue el mismo año en que lo leí, de su primera edición. Actualmente Vera tiene la mente en otro lado, entre otras cosas aplicaría su relato incisivo desde una nueva novela (que no sería ficción) en la yugular del incauto. Pero con aspecto sutil, y la ligereza que siempre es la seda, aunque usando artillería emocional de alto calibre. Además de una conciencia social que podría decir que contra toda patogenia está blindada.

Cuando uno hace una reseña, tiene una sobrevida reciente de la lectura de un libro. Es un poco como despertar recién de un sueño agitado, y ser realidad y mundo onírico al mismo tiempo. Pasará. Escribo esto cuando comienza 2019, estamos a 18 de enero. La retrospectiva condiciona, pero, los personajes de su novela coral siguen de alguna forma deambulando por la mente. Sus obsesiones, ideas, contradicciones y equidades también. No soy de los que creen que un libro termina con su lectura. Creo que los libros incluso los que no necesariamente empatizan en contenido, se van absorbiendo y deambulan por el torrente sanguíneo (con todas sus genealogías). Las terminaciones nerviosas, y las funciones de las dendritas se encargan desde lo químico y eléctrico de darle algún destino. No creo en la gente que dice por ejemplo que lee para evadirse de la realidad. Un libro es otra realidad, incluso destrozandolo en su lectura. Para el caso de “Buenos, Limpios & Lindos”, apliqué si mal no recuerdo una lectura profunda. A veces inevitablemente suspendida por factores externos. No eran cuestiones de aparcerías. No es ese mi ámbito usual de sociedad. A todo esto, ¿cómo definimos una sociedad cosmopolita, hoy? Sin embargo hay algo de “Continuidad de los parques”, en libros como los de Vera. En que el personaje se te puede presentar cruzando malezas y apoderarse de vos. Pero en su caso más que asesinato hay revelación. Una epifanía no condiciona un reconocimiento de una realidad. pero sí un alerta. Porque Nadia, Jonathan, Diosnel, Raymundo, Alma, Sonia, Cerati, Yael, Julia, Hugo. Sofi, Emma, Jarýl, Julián, Leonardo y Hugo salían de la pluma digital de Vera Fogwill. A la vez que fluían de un inconsciente que cumplía una labor de exacerbado realismo y compromiso. Para con el lector y supongo que secretamente para con ella misma. Que resultaban vívidas descargas eléctricas de los sueños. Un R.E.M en que se gritaba por favor, ciérrenme los ojos. “¡Por favor, que alguien me los cierre!”

La realidad, la aciaga o la innegable, la inevitable. La que toca al fin. ¿Estás ahí final?, y no me burlo. Yo no te busqué. Llegaste, no avisaste pero fuiste puntual. Lo que toca es asumido, sin embargo no es servil, pide concesiones. A manera de una tragedia griega, polifónica y coral, con hibridación shakespeareana de dramaturgia. Con el final anunciado desde el comienzo. Desde lo desconocido contado desde lo que se conoce. ¿Qué otro modo tienen los sentidos de proyectar sus impresiones en esas ideas que usamos, productos artificiales pero inevitables para tratar de resolver problemas, enigmas, y desafiar al destino? Como se pueda, desde donde se pueda. Desde lo aparentemente trivial, al sentimiento sagrado pasando por ciertas formas de violencia e idealismo que se hacen presentes. Nadia y sus cuestionamientos adolescentes y estéticos. El querer pertenecer y ser aceptada. Jonathan con un pie en la niñez también adolescente, adoraba los juegos electrónicos. Diosnel tenía una pequeñez acromegálica en muchos aspectos. Raymundo desafiaba a las señas que te hace el tiempo y quería “rehacer” su estado marital. Se quería casar. Alma intentaba respetar la ley del Corán. Al mismo tiempo que reivindicarse como personal. Sonia podía incluso morir postpensando en alguna forma de sobrevida en el Sena. Esparcida. Hay una síntesis del “todos morimos de vivir”, pero no necesariamente implica algún tipo de cansancio pulsional del Eros. Hay y hubo armas. Combatientes desde el continente de Malvinas, que no son correspondidos por el Estado. Coleccionistas de armas, jugadores de fútbol que se debaten con lo que aún no conocen. Expedientes jurídicos. Hoteles peligrosos, con serpientes saliendo de los baños. Seguridad que no es tan segura, sin embargo es contratada. Parejas conflictuadas y/o distanciadas. Hay un vértigo con parsimonía e incluso un breve ensayo sobre la vida. Hay razones para olvidar, incluso dentro de un recuerdo. Porque hay carencias. Puede faltar dinero, por ejemplo cuando se pensaba en instrumentos musicales. Hay amistades y maternidad que conmueve incluso cuando no se lo propone. Podría decir que la tercera edad puede dar ejemplos, mientras hijos se debaten por ganancias y poder. El espectro de un Gustavo Cerati estaba presente en los momentos que salía el libro. Mientras se debatía entre la vida y la muerte le ayudaba como banda sonora. Podía expandir conductas. También convocado por su fan. La que tiene un hijo de cuatro años, es poeta, un poco rockera, y tiene una de sus residencias en el Registro Civil. Sellar partidas de defunción si no es estigmático puede ser premonitorio. Puede ser metáfora o metonimia. Se plantea. Vera Fogwill dibuja un mapa de un lugar que sólo puede existir desde un ser orgánico en todo sentido. Que no está ni en la vigilia, ni en un estado de ceguera real o “undead”. Alguien puede sufrir ataxia, mientras desfilan documentos, retazos de relato que podrían estar incluso en Facebook. Se anulan estereotipos, si es necesario con una terapia de espejos superpuestos. Un socialismo a lo José Ingenieros: “En ciertos momentos osan llamar ideales a sus apetitos, como si la urgencia de satisfacciones inmediatas pudiera confundirse con el afán de perfecciones infinitas. Los apetitos se hartan; los ideales nunca". Es que no hay cientificismo en un hombre mediocre, aunque el ideal platónico de perfección es de cierta forma inmanente.

La perfecta descripción desde lo visual de las calles de Buenos Aires se puede entender por el I Ching. Con Aristóteles hablando de la excelencia y el amor sangrando mientras se es “prófugo”. Vera no te va a hablar del “déjà vu” (ya visto). Va a sugerir profundizar hacia un “déjà vecu” (ya vivido) e incluso en un “déjà visité” (ya visitado). La desolación puede ser prodigiosa y la nada estar repleta de cosas. La riqueza puede significar lo famélico de un espíritu. Todo el presente de esa escritura, como que se estira, como una especie de engañoso presente perfecto a veces. Y la política, los ecos, los países, el mundo de Alma, las religiones monoteístas establecidas y politeístas interiores. La conducta burguesa internalizada, y todo es o pudo ser porque Hugo es un poco Rodolfo Fogwill, y Janin Demanet puede suspirarle alguna sugerencia. Eso nadie lo sabe. Tal vez ni Vera, su hija, hija de ambos. Hay una razón para todo, una razón establecida pero que no necesita de lógica. “Todos morimos un martes 13, no parecemos tener mala suerte, tampoco buena. No éramos feos, ni sucios, ni malos. Si éramos feos, al menos éramos buenos, y si éramos malos, por lo menos estábamos limpios y si éramos lindos, nos morimos elogiándonos".


Vera Fogwill



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