Vic Vazquez: "Frío" o cómo hacer el pensamiento visible. Alejandro Leibowich


Vic Vazquez-Foto: Vanesa Tapertte
Alejandro Leibowich
-¡Hola, Vic! ¡Espero que estés de buen humor! ¿Sabías?, se me ocurrió algo. La idea de un simulacro, de una puesta en escena, de la acción “in situ”. Sé que escribís cuando se te da la ocasión, porque la vida de hoy es complicada. Todos entendemos eso. Bien, con tu té recién hecho, humeante al costado del escritorio. Buena iluminación, en lo posible de madrugada. Prestando atención a los ruidos que en otro momento son secretos en la casa. Preparada para tus ceremonias interiores. ¿Primero el papel o vamos a la pc, para que la policromía creativa de todas las posibilidades de expresión?

-Primero papel, como boceto. No me surge tirar una idea de la nada en la computadora. En el cuaderno trazo líneas, primeras frases, la idea del final. A veces dibujo o asocio palabras sueltas que uno con flechas o gráficos. Pero una vez que hay un mínimo rumbo delineado ahí paso a la máquina, en parte porque me permite escribir más rápido y en segundo lugar porque después se entiende más claro lo que escribo.

-¿Recordás tus sueños? Alguien me dijo que dormís de manera intermitente, ¿es cierto? ¿El mundo onírico influye en tus textos? ¿O necesitás una lucidez extrema, un absoluto contacto de los pies en la tierra? ¿Pisamos fuerte?

-No piso fuerte, excepto si lo vemos desde el lado físico. En cuanto a lo mental, vuelo permanentemente. Recuerdo todo lo que sueño, o creo que lo recuerdo todo. A veces recuerdo hasta lo que soñé en una siesta de veinte minutos. Los sueños tienen algo maravilloso, algunos se sienten tan fuerte que parecen vivencias reales, pero no me sirven demasiado para escribir. Por ejemplo, sueño que tengo una idea maravillosa, en el sueño de hecho se siente maravillosa, pero cuando la observo despierta resulta que no era tan interesante.

-¿Cuándo sentís que un texto realmente está respondiendo a tus deseos internos? Esos momentos en que tal vez te digas: ¡Esto es lo que buscaba! ¿Cuáles son tus formatos de escritura preferidos?

-Cuando le encuentro la rítmica, una cierta redondez. Me gusta usar principios y finales contundentes, y a veces cuesta llegar a eso, hay que cambiar la primera frase, el enfoque, que no arranque como en la primera idea sino encararlo por otro lado. Cuando encuentro eso siento que llegué a alguna parte.

-¿Los textos vienen con título incluido? Noto en vos una tendencia a la síntesis. ¿Por qué pasa eso? ¿Es voluntario o es una cuestión estética, estilística?

-No, el título suele ser lo último. Me cuesta titular. Tengo una tendencia al uso de una sola palabra. Quizás el día que me extienda haré como antiguamente, cuando te resumían la historia en el título “De cuando a don Felipe se le ocurrió cambiar su caballo por un baúl de monedas de oro” o cosas así. No se me ocurre algo intermedio.

-¿Querés ir nombrando textos del libro “Frío”, ya que su reedición nos trae acá, y asociarlos a una emoción íntima? A un momento de tu vida. Se sabe que la ficción tiene su raíz inevitablemente en la realidad. Que es un reflejo a veces velado, pero siempre subjetivo de lo inconsciente. ¿Empezás?

-No necesariamente los textos tienen que ver con momentos de mi vida. La mayoría no tiene que ver conmigo en absoluto, claro que surgen de mis ideas, pero me refiero a que no reflejan nada de mi historia vivida. Algunos surgieron de canciones, como “Pacífico” que se me ocurrió a partir de “Sunshine Reggae” aunque no tenga nada que ver con la letra ni nada por el estilo. Fue el lugar del video el que me hizo pensar en esa playa tan pacífica, de ahí el título, y jugar con eso. “Vecinos” también surge de una canción, pero esa dejo que la adivinen porque es bastante más transparente, creo. Probablemente uno de los cuentos que sí tengan que ver con algo personal es “Colonización”, que es una forma de expresar lo que queda de una pareja tras un divorcio. Yo me separé cuando empezaba a reencontrarme con la escritura así que en ese cuento sí puede haber sensaciones de vivencias más reales. “Gotera” es uno de los que más gustan y tampoco se refiere a nada personal, surgió a partir de una consigna de taller, escribir en función de una onomatopeya. Y salió algo bastante interesante. Lo que más me importaba, al margen de la historia, era la rítmica. Los párrafos tenían que seguir una musicalidad muy especial, el tiempo entre la caída de una gota y la siguiente. Creo que se logró.

-¿Qué colores primarios te surgen con estas manifestaciones humanas? Así, a boca de jarro: soledad, compañía; dolor, plenitud; tristeza, felicidad…

-No soy una persona muy visual en el sentido pictórico, así que voy a darle colores en sentido caprichoso y quizás mañana no recuerde la asociación. Compañía podría ser un rojo. Dolor, un negro, aunque ese no sea primario. Tristeza, azul. Soledad, gris. Plenitud, amarillo. Felicidad, verde (es secundario, ya sé).

-¿Qué sentimientos despierta en vos la palabra compromiso? ¿La sentís con fuerte presencia en tus ficciones? ¿En algunas en particular?

-Creo en el compromiso con las propias convicciones, con los valores. Creo en el compromiso con mi familia, especialmente con mi hija, ya que elegí ser mamá. Con los afectos. No comparto tanto las cuestiones formales, una libreta de casamiento, un papel que diga nada. Creo que el compromiso con el otro nace desde lo más profundo y genuino, que no hacen falta certificados. Esa parte, la de la extrema formalidad, la de la firma y sello, me resulta falsa y agobiante. No sé si esto se ve en mis ficciones, no hago militancia desde lo que escribo. Mis valores pueden verse de forma transversal probablemente, no creo en la pancarta, más bien en el ejemplo.

-¿Qué opinás de los que dicen que muchas de las mejores creaciones surgen en un momento de crisis, de quiebre, incluso de fractura? ¿O crees que lo sosegado, lo apacible, un retiro puede dar mejores resultados?

-Seguramente las crisis, en las personas que necesitamos crear algo, sean momentos disparadores. De todos modos para la escritura hace falta algo de paz, aunque no sea mental, no creo que nuestras mentes encuentren paz nunca, sí desde el entorno, para poder escuchar nuestra voz. Odio la televisión encendida, la radio con gente que habla y habla. Si estoy sola en casa opto por música o silencio absoluto. No entiendo a esas personas que apenas se despiertan encienden el televisor. Me satura.

-¿Cuál o cuáles son tus palabras tic, habituales, de descarga? ¿Por qué?

-“Carajo”, la uso muchísimo. No sé por qué, se dispara sola.

-Contáme un poco de tu familia. ¿Se puede?

-Mi familia es mi gran red de contención, como mis amigas. Son la fuerza que sostiene todo.

-Habláme un poco de tu trabajo. ¿Qué onda la enseñanza del inglés? Se aprende a pensar en el idioma, ¿no es cierto? y a todo esto. Una pregunta existencial, o si querés filosófica: ¿qué es pensar para vos? ¿qué implica ser alguien que realmente se cuestiona cosas? ¿Te hace más responsable de lo que se enfrenta día a día? ¿Más culpable? ¿Ambas cosas?

-Enseño inglés y también hago trabajos de interpretariado, que me resulta muy interesante ya que disfruto estar en contacto con gente de otros países. Creo en el conocimiento de las lenguas como un acercamiento a la cultura del otro. Hablo francés también y estudié alemán, aunque recuerdo poco. Todos los idiomas me fascinan como vías de comunicación.

En cuanto a la enseñanza, lo que se debe tratar es transmitir la forma de pensar en la lógica propia del otro idioma, sin pasar por la traducción, aunque eso requiere mucho entrenamiento. Noto que muchas personas necesitan de manera forzosa la traducción y ahí es cuando enseñamos a través de la estructura comparada.

Sobre pensar en general, bueno, suelen criticarme el ser alguien muy racional, todo me lo pregunto, todo lo cuestiono. No creo que sea una postura muy recomendable para la vida. A veces es mejor dejarse llevar.

-Y hablamos de la culpa...Vos por lo que sé, tenés una formación religiosa. ¿Cómo te llevás con estas cuestiones? Perdoná si me agnosticismo me hace equivocar, pero tengo entendido que las virtudes teologales dicen algo así: “Porque la vida de fe, esperanza y caridad debería ser el hábitat y la atmósfera en que respira el cristiano, so pena de asfixiarse y ahogarse con el smog materialista de nuestro mundo.” A mí como que me suena medio zurdito este planteo, pero bueno, te estoy preguntando a vos…

-Yo me formé en un colegio católico, de todos modos, si bien esas son las tres virtudes teologales, ese texto no lo escuché nunca. Sí, se te educa en la culpa, creo que eso no es algo excluyente del católico sino de la matriz judeocristiana, aunque el protestantismo es más relajado en muchas cuestiones, como bien lo señala Weber.

El haber estudiado en un colegio católico de mujeres te inculca muchas cosas de culpabilidad sobre todo en la forma de concebir tu rol como mujer dentro de una familia, en cuanto a tu sexualidad. La forma de pensamiento es muy machista y el rol que se pretende de la mujer es absolutamente pasivo y sumiso. Todavía recuerdo la homilía de la misa de egreso de quinto año, en la que un sacerdote echaba la culpa de todos los males del mundo actual a las mujeres y su abandono del rol de madres. La ruptura con esa forma de pensamiento en mi caso tuvo que ver con el transitar otros espacios y lecturas. Ir a la universidad pública, encontrarte con gente muy distinta. Eso enriquece y libera. Inevitablemente. De todos modos no soy del todo agnóstica, sí creo en una fuerza superior, pero no tiene por qué llamarse Dios ni Jehová, ni requerir el bautismo. Es algo superador y que no discrimina.

-¿Proyectos actuales? ¿Ambiciones futuras?

-Estoy trabajando en un nuevo libro de cuentos, ese sería el proyecto. En cuanto a ambiciones, quizás mejorar en mi trabajo, desarrollar mis tareas como intérprete de idioma y en cuanto a lo literario, escribir lo mejor que pueda. Suelo no estar conforme con los resultados, pero mi visión de futuro es seguir generando proyectos hasta el último momento de lucidez que tenga.

-Nombráme algunos escritores que realmente te hayan marcado profundamente.

-Aviso que seguramente ante mis respuestas a estas preguntas muchos me considerarán una ignorante en el tema. No me considero alguien tan leído como se supone que son, o deberían ser, la mayoría de los escritores. De chica leí mucho a Bioy Casares y a Paul Auster. Empezaba un libro y seguía con otro del mismo autor. Me gusta Cortázar, aunque esté de moda defenestrarlo. Estoy descubriendo a Yates y a Carver. También me gustan la literatura fantástica y policial, géneros considerados menores. Mentiría si negara que me devoré los libros de Game of Thrones (o la saga de Canción de Hielo y Fuego, para los que me corrijan). Actualmente hay algo que veo de manera consciente aunque no tenga claro el por qué que es buscar en la escritura de otras mujeres. Una suerte de identificación, supongo. Sara Gallargo, Silvina Ocampo, Lorrie Moore. Me encantó “La vegetariana”, de Han Kang, me dejó dándole vueltas por un tiempo. También me pareció un trabajo muy interesante “La habitación alemana” de Carla Maliandi. Considero que la lectura es una búsqueda permanente. Hay quienes prefieren algo liviano y pasatista y hay que entenderlo. Yo en este momento busco lecturas que me enriquezcan de alguna manera.

-Si tuvieras que elegir un período histórico que no sea éste, ¿cuál elegirías?

-Depende para qué. Creo que me gustaría viajar por todos. Si la pregunta es cuál me gustaría vivir, tal vez el Mayo del ’68 en Francia, para creer por un rato que se puede cambiar el mundo. En el resto de los períodos es difícil imaginarme. La mujer siempre estuvo muy sometida así que no creo soportar vivir mucho tiempo en ninguna sociedad pasada. Tal vez sí en alguna futura.

-¿Te gusta el cine? ¿Hay alguna película o puntualmente alguna escena que recuerdes que haya quedado grabada en tus oídos y retinas para siempre?

-Amo el cine, trabajé haciendo crítica durante un tiempo. Así que películas hay muchas, demasiadas para hacer una selección que no falle por omisión en todos los sentidos. Ahora, en este momento quiero decir, lo primero que se me ocurre es la escena final de Cyrano de Bergerac, “c’était vous!”, cuando Roxanne descubre que todo el tiempo había estado enamorada del escritor de las cartas y era Cyrano. También hay una película brasilera muy poco difundida pero que me parece una joya desde el planteo y desde lo estético, quizás porque se mete con otra de mis fascinaciones que es la fotografía. Se llama “Historias que solo existen para ser recordadas” de Julia Murat. Podría seguir años nombrando películas. De hecho me sucede mucho cuando enseño, referir a una escena o un tema. Termino recomendando películas a mis alumnos.

-¿Qué música solés escuchar? ¿Alguna preferencia por sobre todo?

-Soy muy ecléctica en cuanto a gustos musicales. Tengo mucho más claro cuáles son mis odios que mis amores. No soporto el tango, por ejemplo. La nostalgia y la tristeza me contagian, me invaden a niveles intolerables. Lo que más escucho es rock y pop en inglés, pero no porque sepa mucho de música. Aparte de eso escucho jazz, country, música celta. Fui a ver a una banda de jazz a Harlem cuando viajé a New York, una ciudad que gracias a Woody Allen uno no puede separar de ese tipo de música. En general soy bastante anímica a la hora de elegir. La forma como me siento un día determina lo que voy a escuchar.

-¿Hobbies? ¿Te gusta viajar?

-Hobbies, la fotografía. Viajar, una adicción. Me encanta, tengo la suerte de haber viajado bastante, mucho menos de lo que me gustaría, claro. Me fascina conocer nuevos lugares, culturas, por eso me gusta entender los idiomas, algo al menos.

-¿Qué deseo se te ocurre a nivel social y/o cultural para la época que vivimos?

-Varios. Muchos. Me gustaría que se llegara a un nivel de convivencia en el que todos comprendieran al otro, más allá de si comparten o no su forma de pensar, pero que lo dejen ser. Me gustaría un mundo mucho más igualitario para las mujeres, que no haga falta discutir los derechos básicos que nos corresponden como seres humanos que somos. En cuanto a nuestro país, hacer un lugar en el que todos tengan posibilidades de desarrollarse, que no haya más chicos en situación de pobreza, de falta de acceso a los derechos básicos, educación, salud, vivienda. A nivel global, algo similar, me gustaría que hubiera más hermandad, más humanidad. Quizás suene a Lennon, pero bien lo dijo él, no era el único.

-Un libro acompaña, creo que lejos de ser un objeto “fetiche” que tal vez puede ser mal entendido, es más bien un acercamiento a un universo que se busca, añorado. “Sea este el libro que el lector había estado buscando, su verdadero destinatario entre infinidad de volúmenes”. Parafraseamos a Borges y el planteo es bastante actual, nos invaden los contenidos, pero tenemos que aprender a elegir. Uno suele buscar lo querible, el libro querible. Que se debe sobreentender que fue escrito por un autor querible, descontando claro está el talento, y el factor emocional, que es indudable. Vic es definitivamente alguien querible. ¿Qué más querés decir, así vamos cerrando la entrevista?

-No sé si soy querible. Me conformo con ser legible, resultar interesante desde mis textos. Un objetivo nada modesto, por cierto.

-¡Gracias por tu tiempo y mis mejores deseos tanto profesionales como personales para vos!


Vic Vazquez-Foto: Vanesa Tapertte
                   

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