Guinea Ecuatorial: Reflexiones (II). Ensayo. Cristian Casadey







Cristian Casadey

CapĂ­tulo II: El ser y la historia.

Aquello de lo que no podemos evadirnos es el ser. SegĂșn Lavelle, brea en la tarea de realizar el ser. Para encontrar equilibrio del mismo, Marx coloca a la materia en el lugar de la idea, simplifica la realidad a materia y entiende a la historia como la evoluciĂłn de lo material. AsĂ­, toda realidad queda reductible a su sustrato material que no se concibe como estĂĄtico ni como amorfo, sino que cambia, evoluciona, se transforma segĂșn la lĂłgica interna que imponen las leyes de la dialĂ©ctica, a la contradicciĂłn entre tesis y antĂ­tesis de ambas en franca inversiĂłn al sistema hegeliano. El espĂ­ritu es un producto de la materia en esta manera de ver las cosas y la sociedad es un momento superior en el desarrollo de la misma.

Este sistema se compone de un materialismo dialéctico y de un materialismo filosófico que consiste en la interpretación económica de la historia. El motor de la historia es la lucha de clases sociales.

Por otro lado, en la antigĂŒedad, la ciencia histĂłrica hallĂł en Herodoto su expresiĂłn mĂĄs alta. En la obra de Esquilo la tragedia consiste en el conflicto entre el destino del hombre y el orden divino, inamovible y justo, idea de la lucha por conseguir el equilibrio.

Para AristĂłteles, los personajes de la antigua tragedia no hablaban de forma retĂłrica sino polĂ­tica, lo cual se ve reflejado con justa razĂłn en “Las EumĂ©nides” en donde se manifiesta el carĂĄcter polĂ­tico de la obra mediante la concepciĂłn del nuevo estado, del espĂ­ritu de libertad, de orden y de justicia.

Sófocles, el clåsico por antonomasia, presenta la lucha entre el individuo y la sociedad, el conflicto entre la conciencia personal y las leyes cívicas. Así, la dialéctica sería el paso de la idea en la inteligencia, a la idea en sí misma.

En EurĂ­pides ya emerge el proceso de interiorizaciĂłn del alma humana, en donde la quiebra moral de la polis no puede solucionar el problema social y donde las arcaicas premisas religiosas de la tragedia pierden su sustancia, se rompe el equilibrio. Para refugiarse en la compleja interioridad del hombre, la tragedia evoluciona, cambia de rumbo, dejando de lado el tratamiento de los problemas pĂșblicos. AsĂ­, la nueva comedia, desde AristĂłfanes hasta Menandro casi por completo abandona los temas polĂ­ticos para criticar las costumbres.

Para el hombre actual, el mundo vuelve a ser finito, alcanza su estructura, su relatividad y su tiempo adimensional. La materia se disuelve y vuelve a ser el contenido de una estructura, por lo que su cosmovisiĂłn responde a una realidad de estructuras con un cierto orden, un cierto movimiento.

En la antigĂŒedad, y hasta en nuestros dĂ­as, en algunas ramas del saber, la administraciĂłn del tesoro cientĂ­fico se hizo de un modo iniciĂĄtico, es decir, mediante largos y duros aprendizajes y tras series de duras pruebas. AsĂ­ se aseguraba el buen uso de dichos conocimientos pues solo estaban destinados a candidatos de gran valor moral, desapareciendo el propĂłsito de lucro de todo saber cientĂ­fico y profesional, en otras palabras, la ciencia por la ciencia misma, el arte por el arte.

En otra direcciĂłn filosĂłfica, los gnĂłsticos tratan en su bĂșsqueda del equilibrio y de una manera similar a la de los padres de la Iglesia Ortodoxa, en especial la griega, de elaborar y entender de forma filosĂłfica la doctrina religiosa.

EtimolĂłgicamente gnĂłstica deriva de gnosis, conocimiento. Es una filosofĂ­a vinculada al neoplatonismo. Es su propĂłsito de elevarse desde la pistis, es decir, desde la fe hasta Dios y conseguir un saber racional de los elementos divinos.

Por medio de la emanaciĂłn, segĂșn esta corriente, Dios produce unos seres intermedios llamados eones. Clemente de AlejandrĂ­a en su libro StrĂłmata busca una explicaciĂłn racional del dogma. La filosofĂ­a es una reflexiĂłn sobre la realidad y Edmundo que la rodea, las cosas y sus causas. Por necesidad, la causa primera es Dios. En la tradiciĂłn cristiana, el lirismo metafĂ­sico estĂĄ presente en toda su belleza en los textos de las Escrituras, en misterios y mĂ­stica que impregnan las palabras. Los dogmas secretos que nombraba San Basilio son sĂ­mbolos, signos y ritos que presenta la esfera cristiana de la vida religiosa. Mediante la luz divina del discernimiento interpreta el significado de los Libros Sagrados. OrĂ­genes fue un discĂ­pulo y continuador de las enseñanzas de Clemente de AlejandrĂ­a. Aceptaba la doctrina del logos, personificaciĂłn de la sabidurĂ­a divina, del equilibrio perfecto. AsĂ­ explica que Dios es eterno, adimensional, ha creado el universo, a los espĂ­ritus, a quienes ha dotado de la libertad de decidir por sus propios medios, el libre albedrĂ­o. Los que se mantuvieron puros y fieles a Dios se transformaron en ĂĄngeles, conservando su perfecciĂłn; mientras que los peores se transformaron en demonios y se alejaron de la divinidad. Esas almas en castigo fueron encerradas en la materia y en este mundo, hasta que segĂșn el plan celestial, por la acciĂłn del logos, hecho carne en Cristo, volverĂĄn a Dios todos los espĂ­ritus (apocatĂĄstasis), tanto hombres como demonios ya purificados. En San AgustĂ­n el equilibrio se encuentra en el principio de la experiencia Ă­ntima que en vez de nociones fĂ­sicas busca realidades espirituales en su concepciĂłn metafĂ­sica del mundo.

Regresando a los antiguos, en su bĂșsqueda de orden y equilibrio, PitĂĄgoras afirmaba que el Ego o Nous era coeterno con Dios, pero que el alma para alcanzar dicha perfecciĂłn debĂ­a pasar varias etapas, a semejanza de los mundos de forma en el pensamiento de la India hasta el ascenso en ciclos a moradas superiores como el Nirvana.

Este camino hacia el equilibrio, progreso, orden y justicia no es exclusiva del ĂĄmbito de la filosofĂ­a, de la teologĂ­a o de la metafĂ­sica sino que este conjunto de ideas son las que influyen a cada paso el correr de la historia.

Durante el transcurso del tiempo, en la historia de la humanidad se encuentran formas muy diferentes y a la vez antagĂłnicas en sus concepciones de equilibrio y progreso.

En el siglo pasado, fue una corriente de pensamiento la que originĂł uno de los mayores hechos violentos que registre la historia contemporĂĄnea, la Segunda Guerra mundial. Fueron las ideas de Adolf Hitler en su interpretaciĂłn del equilibrio como pureza racial al igual que su pseudonecesidad de crear un orden en su estilo personal lo que cambiĂł de manera radical el modo de organizar el mundo. Su equilibrio estaba dado por un prototipo racial del hombre, en donde la mezcla con supuestas razas inferiores rompĂ­a el progreso y llevaba a la humanidad a la perdiciĂłn. Para esta teorĂ­a fundamentalista no quedaba otro camino mĂĄs que la destrucciĂłn de lo opuesto. Se trata de un equilibrio de un solo elemento, no admite el binomio positivo-negativo, masculino-femenino, yin-yang ni ningĂșn concepto similar. Conviven, parafraseando a Nietzche lo apolĂ­neo con lo dionisiaco.

La victoria de una fuerza mĂĄs poderosa sobre una mĂĄs dĂ©bil necesariamente traerĂĄ consigo un frĂĄgil equilibrio en donde las revoluciones siempre en germen romperĂĄn con dicho orden. No siempre las fuerzas mĂĄs poderosas son mayorĂ­a, sino que disponen de ciertas estrategias y tecnologĂ­as para someter a las mĂĄs dĂ©biles, muchas veces mĂĄs grandes en nĂșmero que las minorĂ­as dominantes. Un caso ilustrador sobre el tema fue el de África en donde una minorĂ­a europea era la fuerza dominante sobre la mayorĂ­a local.


Dalai Lama


                                                               

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