El ansia, introducción. Alejandro Leibowich



David Bowie y Catherine Deneuve



Alejandro Leibowich

Del lado de allá, viejo continente

Algo

Porque toda pregunta tiene un detonante, sea o no empática, en este caso fue una fotografía. Había un dibujo de un rostro con sombrero que de inmediato reconocí. Era un libro, el título rezaba StarWhite, databa del 2017 según ciertas referencias. Pregunté de qué se trataba, me dijeron que era una Antología homenaje a David Bowie. Los autores eran varios, y podía conseguirse en España, porque en Argentina estaba agotada. No podía dejar de interesar algo que fusionaba la música, la literatura y el cine, porque eso hizo esa persona o entidad inexplicable pero autosuficiente.

“Después de sus dos primeros discos y una clara búsqueda de identidad, David Bowie entra a los setenta con ‘The Man Who Sold the World’ (1970), un disco denso que mezcla blues, rock progresivo y mucha furia valvular. Mick Ronson en la guitarra y el productor Tony Visconti se instalan como colaboradores habituales del Duque para aportar lo suyo a las nuevas canciones. Un disco casi olvidado, hasta que Nirvana le dio otra vida en su unplugged.

Los setenta de Bowie se caracterizaron por la abundancia y la imprevisibilidad".

En 1978 Luca tenía su primera banda, se llamaba “New Clear Heads”, era un juego de palabras, temor al Armagedón nuclear por esas épocas tan grises y europeas ¿Pero realmente eran grises para él? Se presentaron en unos escasos pubs, que estaban repletos de cerveza, prostitución e incertidumbre. Era lo que en ese momento expelía la multitud, al decir de Bukowski, decadencia. Grabaron un cassette, ahí estaba “White trash”.

Del lado de acá, nuevo continente

El tema del efecto británico

“Yo venía de London, estaba también mi novia que se volvió. Pero, acá estaban los milicos, la gente desaparecía, desde allá no sabía. Hoy estabas, estábamos vos, yo, y mañana no estabas vos, yo.”

Al principios se me pasó, pero lo leí varias veces, decía eso, dijo eso. “Hoy estabas, estábamos vos, yo, y mañana no estabas vos, yo.” Se equivocó, o era un truco ¿Dónde estaba el presente? Decía hoy estaba, pero...era pasado, y después venía mañana. Nunca entendí lo que quiso decir, y como lo dijo Luca, supongo que había un mensaje ahí. Quiero seguir pensando así. Había una sombra británica en algún lado, alguien que había que entender por “transferencia”, era importado, ¿quién sabe de dónde en realidad? ¿Y dado el caso, eso acaso importa?

Desde el lado de acá, sólo se puede entender a alguien como David Bowie partiendo de alguien como Luca Prodan. Hay parecidos en planteos, estéticas y ciertas provocaciones y transgresiones. Eran distintas geografías, códigos y tolerancias. Siguiendo la tradición de los barítonos malditos y las voces oxidadas: Morrison, Ian Curtis, Lou Reed, Bowie. Además todo encaja y como decía Lennon para subrayar, “Con drogas todo encaja”, era lamentablemente cierto también. Gracias por la guía Luca, ahora queda Bowie solo, creo que puede explicarse por sí mismo.

La estética no es ni debe ser necesariamente una razón ni una verdad. Lo que debe resultar más bien es el efecto. Es un buen enfoque sobre estética, y si hacés extensión también para lo que es una ficción, toda ficción de todo arte: música, literatura, cine. Lo que cambian son los lenguajes de expresión, más desentendiendose de los riesgos de “forzar” límites de lo que se entiende por conductas y marginalidad. “El hombre que vendió al mundo.” ¿Era una figuración, un viaje de fiebre? Es pasado. Catherine Deneuve fue Marianne de París. Era la más hermosa para representar a Francia, le tocó el turno justo después de Bardot. Adelantemos un poco el tiempo. “El ansia”, mezcla todo por culpa de Tony Scott. Es del 83 y ahí está David Bowie, Catherine Deneuve, Susan Sarandon, Bauhaus, barrocos imposibles, planos de oscuridad que monologa, vampirismos bizarros y la acertada del director que en realidad es una acertada por reiteración temporal. El primer acierto en la temática lo tuvo Bram Stoker, tocó el tema de “las verdades absolutas”. La eternidad era la sangre, también anexada a una idea de amor, muerte imposible o no muerte “undead”, de sentirse invencible, etc. En Manhattan, maldita y bella, Miriam Blaytock (Catherine Deneuve) colecciona no sólo obras renacentistas, y cuestiones egipcias. Colecciona también amantes y almas. Es moderna, es elegante, y se cumple en ella la cuestión atemporal. El problema es la sed de sangre, claro. Su compañero y marido es John (David Bowie), pero algo sucede. De pronto empieza a envejecer… ¿Ella buscaría un reemplazo?



No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.