Episodio imaginario en la vida de Roger Waters, sobre "Money" de Pink Floyd. Alejandro Leibowich






Episodio imaginario en la vida de Roger Waters, sobre la idea que detonó "Money" de Pink Floyd.

Alejandro Leibowich


Era extraño sentir y estar ahí. El cielo me quemaba desde su oscuridad infinita y las estrellas disparaban destellos que se estrellaban en los vidrios polvorientos de ese bar de mala muerte. Muerte aciaga.
Hacía tiempo que venía buscando una idea, en realidad no sé si pensaba, o veía pasar mis pensamientos. Creéme, realmente me sentía habitado por cosas en mi mente, si querés podés llamarlas pensamientos, te lo reitero.
Junto a la ventana se dibujaban sombras difusas, sombras de vacuo etéreo que reían o tosían, ¿o qué sé yo? Realmente no tomaba consciencia de presencias físicas, aunque seguramente lo eran. Había sillas, mesas, botellas verdes, vasos a medio llenar, y el ambiente respiraba un humo extremadamente denso.
-¡Cantáme una canción de cuna para muertos!- rogaba algo que se asemejaba a una chica extraña, con los ojos inyectados en sangre, que parecían resaltar en la escena como si fueran de cristal. Un cristal envenenado
-¡Oh, viejos refranes e historias alemanas sobre la muerte!- gritaba estentoreamente un tipo que expelía un aliento a cerveza que parecía fermentar en sus entrañas
-Vos que sos músico, explicame con sonido el destino.- rogó la chica de los cristales envenenados en sangre
-¡Ja! Sólo puedo trascender cuando creo que los instantes son eternos, y eso me sucede en estado de ebriedad.- eructó y se justificó el de las entrañas fermentadas, arrojando palabras que parecían debatir con las leyes de la gravedad
El sujeto tenía una gran barba blanca.
Yo sentía frío, más que todo en la espalda, la sentía como paralizada. Miré a los costados y me encontré con colillas de cigarrillo, maníes, residuos olvidados y un perro callejero que me miraba compasivamente.
En eso escuché un click, alcé la mirada y la caja registradora estaba trabajando, estaba guardando billetes, monedas. Sentí un ritmo desestabilizador, empecé a contar los ruidos de la caja 1,2,3,4,5,6,7. Estaba buscando una idea, hace tiempo que venía buscando una, que al menos parezca idea. Mientras la cajera, una rubia de pelo recogido y ojos azul pálido, gélidos e impenetrables, me miraba impasible.
-Frank- gritó con voz gastada, tal vez por la noche- sacáme a esta basura del local, ¡este tipo está completamente ebrio!
Sentí un golpe en el pecho -¿Diablos, qué pasa?- grité mientras los pensamientos o lo que fueren deambulaban por mi mente
Era un sujeto obeso, y me estaba destrozando los pulmones a patadas. Sentí que estaba por vomitarlos en pedazos.
 -¡Pará maldito hijo de puta!- grité con una voz muda- ya me levanto.
- Andáte piltrafa. No queremos basura en el local. Sobre todo si no le podemos sacar dinero- dijo el obeso que intentaba tatuarme sus suelas en el pecho 
La cajera miraba con un aire ausente e inmisericorde.
-¡Plata!- dije, mientras me intentaba reincorporar  Creí mientras dar con la punta del hilo de Ariadna, con esa idea que buscaba. En realidad no sé si pensaba, o veía pasar mis pensamientos. Creéme, realmente me sentía habitado por cosas en mi mente, si querés podes llamarlas pensamientos, te lo reitero. Pero encontré el patrón en el ritmo de la caja 1,2,3,4,5,6,7.
Cuando me reincorporé realmente ya estaba afuera. El obeso hablaba con dos chicas de la noche, una recostada en una 4x4.
Seguí caminando o lo que sea, mientras escuché que una de esas sirenas nocturnas me gritaba: -Roger, me debés dinero, y encima me enteré que te despidieron del trabajo. Maldito vampiro de siete vidas.
-Lo qué es la existencia- le grité dándole la espalda, y ahora si creía pensar- No sabía que las prostitutas resultaban tan filosóficas.- añadí sinceramente
Y ahí tenía el patrón. Tenía la idea de lo que sería esto:




No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.