BachSpace y Erik Satie. Memorias del mañana. Alejandro Leibowich


Tamar Halperin


Alejandro Leibowich

Tamar Halperin (Tel Aviv, Israel) me aparece en un video de Youtube en la televisión alemana, después en otro de la televisión francesa y en uno de una cadena israelí donde brinda una entrevista. Tamar se muestra muy suelta y contesta al entrevistador en un idioma que desconozco salvo por palabras sueltas. Desde su dinámica, utiliza una cuestión primigenia del barroco incluso en la charla. Corcheas expansivas y silencios que intercala con ejecuciones al piano. Esa gramática sí la comprendo. También su grado semántico para comunicar y su normativa. Como decían profesores de teoría musical, el barroco basa su ritmo en torno al diálogo. Ella parece fiel a ese principio.Todavía no existía la invasión tecnológica ni el smog sonoro que cambiaría la noción de lo que es el timbre, la armonía, el ritmo y los silencios. Pero ella nació en las últimas décadas del siglo XX, y ahora trabaja en un sonido propio del XXI. Alimentando su conocimiento de múltiples fuentes contemporáneas. De John Cage a Chick Corea.


Tamar en el estudio

Como sea, con ella el fantasma de Bach, lleva una suerte de bajo continuo. Y no es de extrañar, ya que se doctoró en Julliard School en la ciudad de Nueva York con la obra del autor nacido en Eisenach, actual Turingia.

Me encontré con ella por accidente, aunque no creo en los accidentes. Creo en que las obras ya tienen una geografía y un destino, que por cierto en un comienzo desconocen. No es necesariamente azar, hay como un mapa secreto. Como si tomaran una suerte de autoconciencia al desprenderse de quien las crea, y luego empezaran a decidir por sí solas, sin dejar de parecerse al autor o los autores. A lo largo de la historia el desconocimiento y el malentendido hicieron mucho más que la razón. Operaron mejor. Y no lo buscaron, simplemente sucedió, sucede y sucederá. Un buen ejemplo, para muchos escuchas, intérpretes y estudiosos, sería el mismo Satie. Buscando un disco de Aldo Ciccolini sobre la obra de este autor, en la radio de Spotify al terminar el último track, empezó a sonar la Gnossienne N°3 del compositor francés amigo de Debussy. Que ha suscitado tantas opiniones a lo largo de estos 150 años, contando desde su nacimiento.




                                  

No es difícil entablar un diálogo con Tamar, ya que la música hace de mediadora. Palabras, música, todo está presente, incluso la ausencia.

Y hablaba de los 150 años (2016) que pasaron desde el nacimiento de Satie. Que discurrieron de peleas entre escuelas de nacionalismos musicales de esa época. Fueran éstas alemanas o francesas. "Tenemos que hacer una música sin 'chucrut'" ironizaba el propio Erik. Tamar, junto con Guy Sternberg (Tel Aviv, Israel), decidieron ponerle una marca a la fecha. Un sello desde el presente sonoro, y sus nuevas posibilidades. La intérprete desde diferentes instrumentos de teclado que incluyen además del piano y el clavicémbalo, el órgano Hammond y el piano Wurlitzer junto con Guy en las computadoras, terminaron un producto por cierto bastante original. Lleva como título el apellido del compositor. Un nombre que conlleva a una brevedad extensa y no resulta un oximoron en absoluto. Consta de 18 obras, incluyendo las Gymnopedies que Flaubert desde su Salammbó y la Grecia antigua sugirió al compositor. Las Gnossiennes, otras danzas y las famosas piezas en forma de pera.



Guy Sternberg
La profesora María Guillermina Fa, me ilustra después de ver tocar a Tamar dos Gymnopedies y me dice lo siguiente: “Hay que tener un tono muscular alto y posiciones armadas para repetir los acordes. Trabajé mucho estas obras".


                               

Satie siempre da lugar a la investigación (también a ciertas controversias). No por azar es uno de los primeros compositores que suelen presentarse a los estudiantes de esa carrera en la universidad. Pero como pasa con toda obra muy conocidas, muy escuchada, el desafío estético de guiar al oyente por caminos muy concurridos es muy grande. Y como decía Villa Lobos, “el público es un monstruo impredecible". Como sea, creo que el disco supera con creces lo que creo que el escucha espera.

Sin embargo, con la gente inquieta en la creación y la producción en el mundo de la música no nos podemos quedar solamente analizando una obra por mucho tiempo. Porque ya se traen otra como un as oculto bajo la manga.



BachSpace

El tiempo resulta preciso y su paso es inexorable. Todo lo condiciona. Y si bien la música electrónica, las elecciones tímbricas, esos pianos sin martillos, (y sus variantes que a veces parecen reciclarse hasta de un viejo honky tonk para mejorarse), para muchos ya estaban “espiritualmente” en Satie. Se vuelven a manifiestar con todos sus elementos en BachSpace (2017). Éste resulta un replanteo compositivo. Una nueva paleta y pinceladas para el sonido. Comienza con el preludio inicial del “Clave bien temperado” de Bach. Remite a un Glenn Gould flotando en el espacio por los siglos de los siglos hasta llegar a lo más desconocido. Ya fuera del sistema solar, pasando todos los planetas y sus satélites, él podría pensar un sonido nuevo. Gould murió a los 50 años. Si bien está considerado como el mejor intérprete de Bach en piano del siglo XX, (sin pensar en un piano), y cambiando los ordenes de las partituras a su parecer. No llegó para muchos a desarrollarse tanto como compositor contemporáneo. Lo cual es una lástima. BachSpace nos sugiere cómo sonaría Bach en el siglo XXI. No creo que debería desatenderse esa señal.


                               

Se trata de una obra conceptual, al igual que la de Satie. Ésta aparece en Constelaciones en 12 tracks, que van desde “Vintage Moon” y “Electric rain” hasta "Hiraet" y "999". Aquí participan también Tomek Kolczinski (Gdańsk, Polonia) y Etienne Abelin (Zurich, Suiza). Violín, piano, y mundo digital se introducen en la electrónica marea.

En música popular se escuchan bastantes experimentaciones con la electrónica, algunas obras gustan y otras no tanto. El tiempo es un proceso continuo. Las artistas son sus orfebres, sus artesanos. La gente es movimiento.



Etienne Abelin, Tamar Halperin, Tomek Kolczinski

En música clásica es complejo este terreno de tránsito en sonido y la estética a la que se dirije. Creo que Europa hasta hace poco llevaba unos pasos de delantera en estos planteos, pero todo se está globalizando. Ya hay bastante paridad, y lo popular colabora con lo clásico y a la inversa. La proyección y la propuesta de BachSpace trajo consigo la segunda obra clásica con este tipo de tratamiento y recomposición que desde mi subjetividad me resultó interesante. La anterior obra fue Satie. Ahora creo entender cuando se dice que los medios condicionan los resultados. Esto es lo que termina sellado en una buena obra. El mercado lo traduce como un buen producto con buen contenido.


Con música, Tamar puede decir: "¿Qué es una idea?

Es una imagen que se pinta en mi cerebro.


¿Todos tus pensamientos son, pues, imágenes?

Sin duda alguna; pues las ideas más abstractas no son más que la consecuencia de todos los objetos que he percibido. Si pronuncio la palabra ser en general es porque he conocido seres particulares. Si pronuncio la palabra infinito es porque en mi entendimiento he visto límites, y hago retroceder estos limites en entendimiento tanto como puedo; sólo tengo ideas porque tengo imágenes en la cabeza". Esto lo escribió Voltaire en su Diccionario Filosófico, y creo que en cierta forma lo soñó Satie desde su medievalismo imaginario y modal.


https://www.theguardian.com/music/2016/aug/24/the-satie-album-cd-tamar-halperin-review-mixed-birthday-tribute


https://www.allgemeine-zeitung.de/lokales/kultur/musik/die-in-kiedrich-lebende-pianistin-tamar-halperin-zu-erik-satie-und-seinen-bezugen-zur-pop-kultur_16898904

http://www.bachspace.com















                                           

                                                                                        

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