Tristezas de un Doble A, Natalio Gorin






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Natalio Gorin
  El bandoneón tiene un sonido abriendo y otro cerrando. Esta diferencia es fundamental, y se aprecia en la ejecución: cuando se abre, llega un momento en que, ante la falta de aire, se debe cerrar el fuelle. Esta es la problemática más importante que presenta el instrumento, además de la imperfecta mecánica del teclado. Es lo que se puede apreciar en las ilustraciones: las octavas no guardan el mismo orden que -por ejemplo- tienen en un piano.
  Se da por aceptado que la gran técnica de un bandoneonista se valora en dos momentos: 1) Cuando toca solo y es casi imperceptible el jadeo del fuelle. 2) Cuando el hecho de abrir y cerrar el bandoneón no corta la frase musical. Esto último es muy difícil, pero se consigue estudiando una partitura y marcando cuándo se procederá a abrir o cerrar.
  Tocar abriendo puede ser un facilismo, una tentación para el menos dotado, pero al mismo tiempo ofrece un peligro: las muñecas se van torciendo, se endurecen y ello provoca perdida de digitación.
  En la orquesta del '46, Piazzolla tocaba la parte central, la más potente, y dejaba para su segundo bandoneonista la línea más aguda, de complicada resolución justamente por la posición del teclado. Las notas agudas son las más lejanas con referencia a la muñeca, no se pueden atacar con los dedos muy de punta.
  Piazzolla considera el instrumento como perfecto en toda la mano izquierda, y casi perfecto en la derecha. En este caso porque no le agrada el sonido de cinco o seis notas de la quinta octava, del Mi al Si. Opinó siempre: "parecen una flautita".
  En Piazzolla confluyen la técnica para ejecutar y el sentimiento, pero ese sonido tan particular que él obtiene está favorecido por sus grandes conocimientos armónicos. En palabras muy sencillas: es bueno que una persona sea buena, educada, pero si además es culta es mucho mejor. Quizás se podría agregar, aunque no tenga relación directa con el bandoneón, que esa fórmula de técnica más sentimiento más cultura musical está explicando por qué un Quinteto como el de Astor suena como si en el escenario hubiera viente músicos.
  Aquello de que un buen bandoneonista se aprecia en un solo, lleva a un consejo para los jóvenes que desean incursionar en el estudio. Por ejemplo, escucharlo en su versión de "En las sombras", el tango de Joaquín Mora, produce una sensación extraterrenal, de cosa superior . Eso es Piazzolla: toca bien solo, en orquesta, abriendo y cerrando.
  Lo que no es aconsejable para un joven es tratar de imitarlo. Porque se está frente a un caso extraordinario, prácticamente un autodidacta en materia de instrumento. Piazzolla se crió en un medio, Nueva York, donde no tenía a quién escuchar, copiar o imitar. Por el contrario, en la Argentina hay grandes bandoneonistas y excelentes maestros. Lo que hay que copiarle es su afán por alcanzar los más altos estudios musicales.
  La evolución de Piazzolla bandoneonista ha ido a la par de su ascenso musical. En la época del '46 o en el Octeto Buenos Aires nos tenía a nosotros, Leopoldo Federico, Roberto Di Filippo, para hacer el complemento del primer bandoneón. Quizás hacemos mal en nombrarnos, pero no se trata de elogios sino de acercarse a la verdad. Astor toca ahora mejor que antes. Cuando elige ser el único bandoneonista de sus conjuntos se ve obligado a resolver por sí mismo lo que antes solucionaba con un segundo a su lado. El bandoneón tocado con una sola mano, la derecha, a Piazzolla le empezó a quedar chico. El producto de hoy es notable: toca por él y por dos o tres más, con una variedad de acordes que son infinitos. Obviamente usa las dos manos. Es casi el modelo en cuanto hace a la técnica.
  Piazzolla rompió los libros en más de un tema. El bandoneón parecía un instrumento para tocar sentado, pero vino él y rompió la tradición. La teoría indica que tocando parado, las dos cabezas donde están los teclados tienden naturalmente a caerse hacia los costados, lo que obliga a un esfuerzo extra para sostenerlo (el bandoneón pesa alrededor de 10 kilogramos). Piazzolla ignoró esa dificultad y además es capaz de estar dos horas parado ejecutando con la misma eficacia de la primera a la última nota. Hasta en eso fue distinto a todos.

*Tristezas de un Doble A es un tema que Piazzolla dedicó a sus más admirados colegas bandoneonistas. Dos de ellos, Leopoldo Federico y Roberto Di Filippo, desde otra tristeza por el estado del amigo, tuvieron esta enorme gentileza: su ayuda permitió en este apéndice acercarse a los misterios del bandoneón. El libro estaba sin terminar cuando una trombosis cerebral le tendió una trampa a Astor.

(Noviembre de 1990)
"Piazzolla, A manera de memorias"


  

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