Woody Allen con final feliz. José Pablo Feinmann



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José Pablo Feinmann

Sin dudas, Woody Allen es uno de los más grandes directores de cine de todos los tiempos y su obra ha dado lugar a las más diversas interpretaciones. Están quienes distinguen sus películas netamente cómicas, vinculadas a su origen como comediante de stand up, de aquellas que abordan temáticas profundas, con finales desesperanzadores y escépticos.
  Otros dicen que sus films cómicos son igualmente profundos, y que, si bien tienen finales felices y son más optimistas, nunca son vacíos ni livianos, ya que su optimismo sólo puede ser el de un tipo que, al fin de cuentas, nunca logra sentirse cómodo en el mundo. Por eso ensaya las distintas maneras de encararlo.
¿Qué hay de cierto en estas distinciones? ¿Hay un Woody Allen pesimista y otro optimista? Reflexión y comedia, metafísica y sarcasmo, chistes y preguntas, ¿se excluyen mutuamente? Trataré de responder estas y otras preguntas sobre el "geniecillo" de Manhattan". A propósito...¿por qué será que lo llaman "geniecillo"?
Es, sin rodeos, uno de los más grandes directores de la historia del cine. Una afirmación de este tipo siempre es discutible, pero quizá sea menos discutible si analizamos a Woody Allen como un tipo polifacético, de una productividad incansable, un gran trabajador de cine, que empezó como un simple stand up comedian, es decir, uno de esos cómicos muy al uso de Estados Unidos, que se enfrentan a una audiencia y descargan un monólogo repleto de chistes.
  Los críticos han dividido sus películas -yo no estoy de acuerdo con esa división pero vamos a ver qué se ha hecho- entre las graciosas y las serias. The funny ones son las graciosas, las que el público más le pide. En este capítulo reflexionaré sobre tres películas del Allen decididamente divertido, aunque ese Allen decididamente divertido siempre tiene un contenido profundo. En la primera, "La mirada de los otros" (Hollywood Ending, 2002), Allen está acompañado por una actriz formidable, Téa Leoni; en "Ladrones de medio pelo" (Small Time Crooks, 2000), una delicia total, hace pareja con otra actriz descomunal, Trace Ullman; y en "Historias de New York" (1989), una triología compuesta por realizaciones de Allen, Scorsese y Coppola, sale triunfante por su episodio freudiano sobre una madre omnipresente.
  "La mirada de los otros" intenta demostrar que el cine es un macanazo tan grande que hasta un director ciego puede hacer una película. Es como si Cervantes hubiera podido escribir el Quijote con la mano que no tenía. Woody Allen interpreta a Val, un realizador que hace mucho que no filma, a causa de su rebeldía. Finalmente, lo llaman, pero su hipocondría y su neurosis -un típico personaje suyo, que siente que todos lo agreden y que no está cómodo en el mundo-, y su terror a volver a dirigir le desencadenan una cegera. Ante esta situación, su agente, un tipo encantador que siempre sonrie, interpretado por Mark Rydell, le plantea el problema a la directora de producción, Ellie (Téa Leoni). ¿Cómo puede hacer un director ciego para dirigir una película? ¿Qué clase de película le saldrá? ¿El público la aceptará? ¿Qué clase de público la miraría? En una escena clave, Woody Allen discute con su agente:
- Esto es el fin. No puedo dirigir la película así.
- No podés dejar pasar esta oportunidad.
- ¿No te das cuenta? Estoy ciego.
- Nadie lo sabe.
- ¿Cómo que nadie lo sabe? ¿Qué insinúas?
- Mira, si te retiran de este proyecto porque el stress te hizo perder la vista, jamás volverás a trabajar.
-Tal vez puedan posponerla.
- ¿Porque estás ciego? Val, dirigí esta película y hacé un éxito o aceptá esto, el desempleo.
- Pero, ¿cómo voy a dirigir?
- Harás lo que puedas hasta que recuperes las vista.
- Al, no puedo dirigir así. Estoy totalmente ciego.
- ¿Viste las películas que hay?

 Allen dispara un misil hacia el cine actual y, en especial. al de Hollywood. Porque lo que caracteriza a Woody Allen es ser un director neoyorquino. Su cine es de New York, no de California. Para él, California es el lugar de las stars, la superficialidad, los Oscars, no es el lugar del cine verdadero, profundo, que él ama y que es, en gran medida, el cine cómico de los grandes maestros europeos.

  La actuación de Allen es desopilante. Al ser ciego, todos sus movimientos se vuelven torpes, mira para cualquier lado menos a la persona que tiene que mirar, y su agente se lo hace notar. En uno de los gags, quiere apoyar el vaso de whisky, pero éste se desploma al piso. Su ceguera lo lleva a mantener diálogos como el siguiente:

- Creo que el color es demasiado claro. ¿Preferís un tono más oscuro?

- Bueno. Es una...posibilidad. ¿Vos qué opinás? ¿Qué harías?
- No lo sé. También puedo hacer que combine con los muebles.
- Es otra opción. Exacto. Perfecto. Es lo que yo haría.
- Señor, ¿qué reloj prefiere para la escena?
- Ése.
- ¿Cuál?
- Ése, ése.
- Disculpe, ¿cuál?
- Ése.
- ¿A cuerda o eléctrico?
- Sí, claro.

  Allen es un actor formidable. Habla constantemente con las manos, como buen judío. Es un gran gesticulador. Kenneth Branagh lo imita en "Celebrity"(1998) y, en versión femenina, también lo hace Scarlett Johansson en una pequeña película, "Scoop"(2006), que la crítica destrozó, pero que era divertida.

  Hay una historia de amor que subyace en "La mirada de los otros": Ellie ha sido esposa de Val. Y esta es una característica de sus films: mujeres hermosísimas que se enamoran de ese muchachito, o de ese viejito en la actualidad, que usa anteojos, es petisón y medio pelado. Nosotros sabemos que ese es Woody Allen, pero si no lo fuera, ¿se enamorarían de él? El personaje de Téa Leoni, tan elegante, tan rubia, tan encantadora. se convierte en los ojos de ese director hipocondríaco, su ex esposo. Y a partir de ese momento .aprecien la habilidad del guión-, nace de nuevo el amor. Y al final dirá algo muy hermoso: "Nunca dejé de amarlo".
  Las críticas que recibe el film del director ciego son terriblemente desfavorables -"una estúpida pérdida de celuloide"-, pero hay una en la que Allen descarga su ironía: "¿Recomendaría esta película a un amigo?" Sólo a Hitler", dice uno de los especialistas. Otro dardo de Woody para la crítica, que lo ha tratado, en general, muy mal durante toda su carrera. "La mirada de los otros" termina con una burla a la superficialidad francesa de tomar cualquier cosa como genialidad. Y a la superficialidad argentina también, de paso:

- ¿Sabés qué?

- ¿Qué?
- Tu película. Los franceses vieron tu película en París. Y dicen que es la mejor película americana en cincuenta años.
- Sí, te reconocen como un gran artista.
- Vivir en París. Estoy muy emocionado.
-¿Estás seguro? Es un paso muy importante.
- Claro que estoy seguro. Además, estás tan hermosa. Todos los esposos deberían quedar ciegos por un tiempo (Val besa a Ellie).

Un director ciego haría los encuadres más disparatados, igual que algunos directores jóvenes argentinos, artilugio que es muy valorado por algunos críticos. Juventud y talento en el nuevo cine argentino son sinónimos. Vejez y decadencia también. En una oportunidad estaba en una sala con mi esposa viendo una película de un director muy valorado del nuevo cine nacional. De pronto, el encuadre se puso inclinado. Yo no sé para qué pero el director de eligió poner la cámara así. Mi mujer, que es muy graciosa, se ponía inclinada para mirar la película. Y cuando la cámara vilvía a la normalidad, o sea que toda la imagen quedaba rectangular, se volvía a incorporar. Ese era nuestro juego. Ser ciego es un éxito asegurado ante el público snob, porque filmar al revés abre el camino a la consagración. ¡Esa es la película que deben haber visto los franceses! ¡Si Val filma de manera no convencional, es un antiHollywood! ¡Es un genio!


  "Ladrones de medio pelo" tiene otra temática -una ridiculización de la aristocrácia neoyorquina-, con Woody Allen que muestra el mismo talento de siempre. junto a una actriz excepcional, una gran actriz cómica y dramática: Tracey Ullman.

El argumento es genial. Ray (Allen) es un ex convicto que planea robar un banco. Se le ocurre que la mejor manera es poner un negocio de galletitas como fachada, atendido por su esposa, Prenchy (Ullman). En el sótano él y un grupo de cómplices cavarán un túnel para llegar al banco. Pero en lugar de desembocar en el lugar previsto aparecen en una casa vecina y sólo consiguen romper una cañería de agua. Algo muy parecido ocurre en "Los desconocidos de siempre" (I Soliti Ignoti, 1958), de Mario Monicelli, un clásico italiano. Pero Frenchy consigue que el negocio de las galletitas sea un éxito. ¡El matrimonio se convierte en millonario! Empujada por su nueva posición. ella quiere ser aceptada por la aristocracia, por el mundo de los buenos modales. ¡Quiere ser fina! Y ahí aparece el british accent David (Hugh Grant), con su pelito, su raya al medio y su sonrisa encantadora, para transformar a Frenchy y Ray. Primero intenta con Frenchy:


Frenchy -Vi un hermoso cuadro de frutas, en el Met o en el Whitney. Quizá fue en el Holocausto. ¿Trabaja con algún museo?

David -No, soy marchand privado.
Frenchy -Tenemos un par de cuadros, pero todavía no pude armar una colección.
David -¿Y qué le interesa? ¿Cuál es su...?
Frenchy - Rembrandt, Picasso, Miguel Ángel. Ya sabe, los muchachos.
David -Sí. Por el momento no tengo ningún Miguel Angel.

Luego, sigue con Ray: "Pueden ver la diferencia entre este Tintoretto y la pintura bizantina que vimos antes. ¿Cuál te parece la diferencia más notoria?" Su respuesta es sentido común puro: "Yo diría que este tiene un marco más grande".

La mirada irónica, hiriente, de Woody Allen está dirigida, sobre todo, a la aristocrácia, que quiere aprovecharse de estos dos nuevos ricos que han hecho dinero de un modo insólito y quieren refinarse. En la Argentina de fines del siglo XIX y comienzos del XX, la oligarquía tuvo que recibir a la inmigración, y algunos de esos recién llegados hicieron dinero, tanto dinero como para entrar en sus salones, lo que aterrorizó a Miguel Cané y sus amigos. Cané veía a esos tipos groseros, enriquecidos, y se asustaba mucho, porque temía que violaran a las vírgenes que asistían a esas fiestas distinguidas.
Un texto de Cané, citado por David Viñas en su libro "Literatura argentina y política", expresa con elocuencia la postura de las clases adineradas de Buenos Aires: "(...) les pediría más sociabilidad, más solidaridad en el restringido mundo a que pertenecen, más respeto a las mujeres que son su ornamento, más reserva al hablar con ellas, para evitar que el primer guarango democrático enriquecido en el comercio de suelas se crea a su vez con derecho a echar su mano de tenorio en un salón al que entra tropezando con los muebles.No tienes idea de la irritación sorda que me invade cuando veo a una criatura delicada, fina, de casta, cuya madre fue amiga de la mía, atacada por un grosero ingénito cepillado por un sastre, cuando observo sus ojos clavados bestialmente en el cuerpo virginal que se entrega en su inocencia...Mira, nuestro deber sagrado, primero, arriba de todos, es defender nuestras mujeres contra la invasión tosca del mundo heterogéneo, cosmopolita, híbrido, que es hoy la base de nuestro país. ¿Quieren placeres fáciles, cómodos o peligrosos? Nuestra sociedad múltiple, confusa, ofrece campo vasto e inagotable. Pero honor y respeto a los restos puros de nuestro grupo patrio; cada día los argentinos disminuimos. Salvemos nuestro predominio legítimo, no sólo desenvolviendo y nutriendo nuestro espíritu cuanto es posible, sino colocando a nuestras mujeres, por la veneración, a la altura a que no llegan las bajas aspiraciones de la turba. Entre ellas encontraremos nuestras compañeras, entre ellas las encontrarán nuestros hijos. Cerremos el círculo y velemos sobre él".
  A mí se me ocurrió pensar que esas niñas inocentes se entregaban a los rudos inmigrantes que habían hecho dinero porque , precisamente, eran rudos e inmigrantes y estaban hartas de ser inocentes y de aburrirse en los salones aristocráticos. 
  Volvamos a la película. El final es feliz, después de algunos sinsabores. Esta es una de las comedias de Woody Allen con happy end. Sin embargo, no hay que pasar por alto la profundidad de un elemento que está presente en todo momento: la falsedad, en especial de las clases medias y altas, que siempre pretenden que su ascenso sea ilimitado.Y el final es feliz porque Ray y Ellie se aceptan como lo que son. No tienen buen gusto, son un poco vulgares, pero van a disfrutar estando juntos:

 - Soy la mujer más afortunada del mundo.

 - Y la más quebrada. Estoy arruinado. No tenemos nada. Como     siempre, termino con las manos vacías.
 - Podríamos empeñar esto.
 - ¿Qué es? ¿Qué es esto? ¿Quién...? ¿Quién...? No entiendo.
 ¿Quién es el Duque de Windsor?
 - Podríamos rematarla.
 - ¿De dónde la sacaste?
 - De David.
 - ¿David te regaló esto?
 - Todavía no lo sabe.
 - No entiendo.¿Qué querés decir?
 - Vos me enseñaste a abrir una caja fuerte.
 - Uno de los recuerdos más preciados de cuando estábamos juntos.   ¿Qué decís? ¿La sacaste de la caja fuerte de David? Frenchy, eso      es robar.
 - No exactamente. Es una larga historia. Vendámosla y podremos   irnos a Miami.
 - Cariño, sos la mejor.


 La última película de Woody Allen pertenece a la trilogía "Historias de New York". Es la segunda de esas tres historias y, sin lugar a dudas, la mejor. Su título es bien Woody: "Oedipus Wrecks". ¡Formidable! Scorsese zafó más o menos, pero Coppola estuvo abominable. Nuestro homenajeado ofrece un relato freudiano -"Tengo 50 años, soy socio de una firma de abogados. Soy un éxito. Pero no he resuelto mi relación con mi madre. La otra noche soñé que se moría"-, propio de un neurótico total, de un tipo que hace psicoanálisis para tratar de seguir siendo neurótico (muchos neuróticos hacen psicoanálisis para seguir siendo neuróticos toda la vida, y tener una relación de protección con el psicoanalista; parece que esto funciona con Woody). Hasta ofrece indicios premonitorios de su separación escandalosa con Mia Farrow, su compañera del film.

  Hay una escena de un surrealismo genial, como la aparición de su madre en el cielo para recriminarle su conducta- "necesitás una chica judía que te cuide, que te proteja"- El diálogo entre Sheldon y su mamá comienza así:
  Madre -¿Dónde estabas, Sheldon? Te busqué por todos lados.          Discutía tu problema con esta gente.
  Sheldon -¿Dónde estás?
  Madre -¿Qué sé yo? Tuve mucho tiempo para pensarlo. No te          cases.  
  Sheldon -Aquí no,
  Madre - ¿Qué prisa tenés?
  Sheldon -No es un lugar adecuado.
  Madre -¿Adónde voy? Estoy aquí. ¿Debe casarse uno de su edad?
  Se conocieron hace seis meses.
  Señora de la calle -Depende. Si es una chica buena, ¿por qué no?
  Madre -Es buena, pero ¿qué prisa hay? Él aún paga pensión de        divorcio.
  Sheldon -¡Basta madre!
  Señor - Que vivan su propia vida.


 Su terapeuta le da un consejo poco frecuente: que consulte a una psíquica. Desesperado, Sheldon concurre a ver a Treva -un papel interpretado por Julie Kavner-: "Debo estar loco porque veo a mi madre que me habla desde el cielo", le confiesa.

  Hagamos un poco de pocket Freud, es decir, Freud de bolsillo. El padre del psicoanálisis encuentra en la conciencia tres instancias: el Yo, que es uno; el Ello, que es todo lo que hay fuera de uno; y el Superyó, que es una entidad que le dice a uno constantemente lo que debe hacer. Es el deber ser. La madre, cuando aparece en el cielo, en las alturas, cumple el rol de Superyó del pobre Sheldon. Le dice "vos tenés que hacer esto, tenés que comer, tenés que casaste con una chica buena, con una chica que te cuide". El Superyó marca el camino de la ética que él debe seguir, la moral con que debe guiar su vida. Lector. imagínese encontrarse con su madre que le habla desde el cielo, mientras en la calle el resto de la gente opina sobre su vida. ¡Es un papelón! ¡Una humillación enorme! Y de esa humillación lo irá sacando, con la fuerza del amor, la mentalista Treva. Porque hasta su esposa, interpretada por Mia Farrow, lo abandona (¡como en la vida real!). Él está solo y Treva, como es una chica judía también, ¡hace de su mamá! Y se preocupa por su alimentación: "Tenés que comer, no se te ve bien, comé. Estás muy flaco, comé. Estás muy triste, comé. Estás muy pálido, comé"
Y le regala una pata de pollo para que se lleve, en una escena de amor conmovedora:


  - Estuvo delicioso, de veras. Fue una buena idea. Lo pasé de            maravillas. De veras. Sos excelente contando anécdotas.                  Estuvo...La pasé muy bien y me sentí...Ya sabés. Gracias por todo.

  - Yo también la pasé bien.
  - Ahora debería irme, porque ya comí y...De todos modos tengo        que irme, porque es probable que...Muchas gracias. ¿Qué es esto?
  - El pollo y una pequeña torta.
  - Gracias.
  - De nada. Qué bueno que te quedaste.
  - Gracias. Tuve un...Estuve muy relajado. Me gustó la comida.          Fue deliciosa.

  En la película aparecen dos planos del amor y dos planos de estilo de mujer. Cuando él lee la carta de despedida que le deja su esposa, se da cuenta que en la mano tiene la pata de pollo que le dio Treva, su muestra de amor, En ese instante empieza a sonar una de las melodías más hermosas que se hayan compuesto: "Todas las cosas que eres tú", de Jerome Kern. Y Woody obserba esa pata de pollo, con la mirada de amor más conmovedora.

  Si tuviera la fortuna de tener a Woody Allen delante de mí, le diría:
 Mr, Allen, ha sido, es, un gran honor...Woody, permítame llamarlo Woody, eh...Analizamos tres películas suyas de las llamadas cómicas, que suelen ser las que más le gustan a la gente. Porque a la gente no le gusta complicarse la vida, le gusta reír. Cuando usted no hace reír es como si se lo reprocharan. "Es una película de Allen que no me hizo reír". Incluso suele decir que a veces en sus películas serias no trabaja porque si sola presencia hace reír a la gente. Algo que yo sé y conjeturo, Woody, que lo debe atormentar mucho, es que lo llamen el 'geniecillo de Manhattan', cuando todos sabemos que a Ingmar Bergman lo llaman el 'genio sueco'. ¿No le atormenta ya? Ah, yo pensé que le quitaba el sueño, pero este...Ah, Lexotanil de seis, Eso es muy bueno, yo también acudo a eso, mucha gente, ¿no? Pero a mí me parece injusto. Porque entre el 'geniecillo de Manhattan' y 'el genio sueco', yo me quedo con usted sin ninguna duda. Y no sólo yo. Acá se lo ve mucho, Woody. Este es un país con un nivel cultural muy importante y sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, aunque no siempre lo expresa. a veces en las votaciones, por ejemplo, no lo expresa...Nosotros descubrimos a Bergman y después lo descubrimos a usted. ¿Eso no lo emociona? Sí, lo emociona, claro, cómo no lo va a emocionar. ¡Usted es nuestro gran descubrimiento, Woody! O al menos somos sus más fieles seguidores, Y para nosotros, estas tres películas que analizamos, "La mirada de los otros", "Ladrones de medio pelo" e "Historias de New York" son imprescindibles.
Sé que tuvo muchos problemas con su mamá, y yo también. En realidad quién no los tuvo. Pero, bueno, los judíos tienen madres judías, que es como tener el problema de la madres por dos. Y esto se nota en "Historias de New York". Y en "Ladrones de medio pelo" nos ha hecho reír mucho...Si me permite, ¿puedo dar una opinión sobre sus películas? En realidad, le guste o no, todo el tiempo estuve dando opiniones sobre sus películas. Y esta opinión creo que puede interesarle. Estoy convencido de que no hay películas suyas cómicas y películas serias. Hay películas suyas solamente. ¿Que me vaya al...? No, no me voy a ir ahí. Seamos educados, esto no tiene por qué ofenderlo, yo creo que todas sus películas...No debería haberme mandado ahí. Todas sus películas tienen un denominador común: la reflexión, que se da tanto en forma seria como en un nivel de gran comicidad. Porque usted, al fin y al cabo, tiene un origen muy humilde en el espectáculo, un muchacho del stand up comedian, cuyo talento era decir chistes. Y a lo largo de su ascenso fue desarrollando una cinematografía que para nosotros es admirable, diríamos que casi genial, no sé que opina usted...Está de acuerdo...lo sospechaba. En realidad, cuando a alguien le dicen que es genial suele estar de acuerdo. Creí que usted iba a ser diferente en eso, pero está...¡Ah! Un genio de la farándula. Sí, eso se lo oí, que humildemente dice que es un genio de la farándula, porque...¿Pero, por qué no se saca de una vez ese complejo suyo de inferioridad con los europeos? Usted es un genio de la farándula y Bergman ¿qué?¡Un genio de la tarántula! Olvídese. Usted ha copiado a Fellini en "Radio Days" y, bueno, con su "Amarcord", que era grandiosa, ahí están parejitas. Pero copia a Bergman y lo supera; copia a los expresionistas y también, es como si los superara. Yo creo que tiene que afirmar más su personalidad, su propia valoración. No copie más a nadie. ¡Cópiese a usted mismo! ¡Que empiecen a copiarlo a usted! Porque realmente es uno de los más grandes cineastas de la historia del cine, un grande como usted no tiene por qué copiar a nadie.

Capitulo 5
"Siempre nos quedará París" 




  






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