Pangea, especie divergente(3). Alejandro Leibowich



Melisa Mauriño, escritora

Alejandro Leibowich

Walter a veces por las mañanas sentía que su cabeza le pesaba. Todavía recordaba ese extraño incidente que había tenido mientras manejaba. Esas apariciones inexplicables a los lados de la ruta. La vera del camino se volvía inexpugnable. Walter era metódico, tanto como Clara invisible. Tomó sus pesados lentes, y luego de ducharse, se preparó un desayuno frugal. A veces pensaba en su hermano, tan Kaspar Hauser, tan perdido en el mundo. Pero se le pasaba, nadie vivía adentro de un ropero, con la suciedad que formaba ya costras en su cuerpo e incluso habiendo olvidado cómo hablar. Olvidemos, se decía. Y olvidaba. “Estoy otra vez en posiciones de autoconsuelo” había dicho alguna vez Clara, mientras se autoabrazaba, se autobalanceaba, se autoquería, y se automitía si lo pensás mejor.

Levantarse, desayunar, quemar algo por accidente, discutir con el diariero. Controlar seis pagos porque era tiempo de pagos, lo ponía de peor humor. Un humor diestro para destrozar voluntades. “Yo a otros habría insultado, los abría ignorado, los abría basureado, los habría…” Alguna vez Mariel dijo eso. “Pero con vos no puedo, no puedo, el vínculo es muy fuerte”, y este recuerdo no me pertenece es de Axel, no sé cómo llegó a mí. Pero de algún modo me despierta lo mínimo que en este momento puedo sentir y que se conoce como compasión. “Le soleil est très beau. Si no tenemos más dinero podemos leer a Prevert”, y sonreía. Pero era, Mariel. Por cierto Axel detestaba a Prevert. De alguna forma todo era confuso porque no era, porque en un sueño todos son uno, y yo soy Walter.

8.30 era la hora para levantarse

Al menos en ese momento.

-¿Cómo funcionará la mente de un muerto? Decía Belén mientras se probaba una remera que estiraba frente al espejo. El jardín estaba detrás, algunas plantas trepaban. Una foto en blanco y negro imaginaria congeló el momento.

Clara estaba hablando. Realmente lo hacía. O sea, emitía sonidos, eran vocales y consonantes. debía haber un significado. Donde hay alguien hay mensaje. ¿Pero, y si no llega a mensaje? Esos monjes budistas que independizan las cuerdas vocales y emiten al menos dos sonidos a la vez… A veces Belén está con Clara.

De a poco el texto se va llenando. Es que todo esto es muy pobre. No puedo entender quién dice qué y quién piensa cuál. Pero ya voy dándole mi contenido, que es lo que resta en su contenido. Son dos mensajes que chocan.

El ruido de los cuchillos al chocar y los metales. Me gusta estar en la cocina, a veces es una forma de terapia. Tengo dos audios, se me dio por escuchar viejos discos de Led Zeppelin. Quién tuviera, una mansión, un cementerio y hasta un diablo privado, como Jimmy Page. En Francia no existe eso. El hombre más siniestro del mundo, había enseñado a los gobernantes el saludo que contenía el corazón. La quiromántica secreta de lo oscuro. “El Golden Dawn” eran un montón de galimatías, pero a todos entretenía, hasta a mi prima Juliette, que tenía esa remera negra de The Ramones. Ella siempre con un diente que parecía flojo y se podía caer. Pero no, era una ilusión. “Es mi diente loco, jajaja”. No comprendes, ¿vendrás a La ceremonia, Mariel?

Imagináte un grabador de esos viejos, un Geloso. Encendido en una habitación vacía. Ahí están hablando, son varias personas. Como en las radionovelas cubanas. Pero algo te aburre. Estás en la otra habitación hablando con alguien. Mientras la cinta, porque es de cinta, sigue corriendo. Las voces se confunden, anda mal la amplificación, o los parlantes, o la cinta, o todo. Y es que nadie me escucha tampoco. Porque estoy muy desmejorado.

Aunque no tuve una mala vida y estuve repleto de fans que me hartaban y hasta me cohibían tuve que parar. Pero no detenerme de forma natural. Alguien tenía que hacerlo, suspenderlo: ese alguien podía ser ella, yo, o nadie (que también puede en este caso ser sinónimo de accidente).

Pero y en alguna cena en Buenos Aires. Hablando un esforzado inglés.

-¿Qué pasó con ese rockstar?

-No tengo ganas de hablar del tema. Era un enfermo sexual. El hotel no debería permitir que entre gente así. Pero la fama no pide permiso, entra donde quiere.

-Es cierto, eso la hace tan distinta del talento, ¿no? Y la gente se las confunde… (me esperaba el comentario previsible).

El que estuvo en ese hotel remojaba el pan, y comía. No entendió lo último y le importó menos. Sonaba su celular, no paraba. Si, dos encargos, y el hall central. Hable con Robert, él sabrá decirle.

-El Taj Mahal del sexo. Eso sólo lo podría haber pensado una mujer. No se me ocurriría ni en la séptima muerte de un séptimo cielo.

-Los periódicos, más con la inmediatez de Internet se han vuelto muy sensacionalistas.

-Todos parecen “The Sun”. Tendrán que reforzar ideas, y chorrear más sangre.

-Los policías fueron insoportables. Por culpa de ese tipo me hicieron preguntas por dos horas, y me quería volver a mi casa con mi mujer.

-È Vero, È Vero… Eso sólo dice ella.

-La autopsia se hizo sin sonido, o al menos salió en diferido. Eso me llamó la atención. Mucho más que el color azul de la cara del tipo. La manta que lo cubría cayó varias veces al suelo. Y el servicio de emergencias era realmente incompetente. En mi país todo es privado, debería funcionar a la perfección.

-Ah, claro, entiendo.

Y si yo hablase por todos, y dijera mi verdad. ¿Quién la escucharía? ¿Quién me creería, en esta Pangea?

-La mundialización según Derrida era algo inevitable, Belén. La ropa que te estás probando te debe quedar bien. Todo te queda bien. Siempre te quedó bien.

-Que dale profe, pongo una videollamada en Skype, así me ves.

-No dejá, es tarde, tarde en muchos sentidos… Además creo que ni recuerdo la clave.

-¿Por qué la belleza, la belleza física, se confunde con la bondad? Lo feo es lo malo, malo y malo. Jajaja

-Es un poco algo así. Eco se desvanó los sesos con un libro buscando respuestas de otros a eso antes de morir. Nunca las encontró.

-No me gusta Umberto, no me gustaba como escribía.

-A mi tampoco pero, como ensayista e investigador no era malo.

El celular dejó de funcionar. No funcionaba. No funcionaban… Hola. Hola, Axel…

Es que deberían escucharme, porque yo era los cristales que hacían sangrar los oídos de Belén. Los vidrios que herían los pies de Mariel. La inoperancia de Alex, y el letargo y abulia de Walter. Pero bueno, ya estoy muerto. Las conclusiones de un muerto son epitafios inescrutables e invisibles. Todavía hay gente que cree que después de muerto te crecen las uñas y el pelo…

El entierro fue en un lugar para famosos, un cementerio sin incienso, ni dolor. Sin embargo la noticia importante la recibió Belén. Por lo tanto, de cierta forma Clara, que debe estar escribiendo sus conjeturas. Más tarde Axel, y por minutos de diferencia Mariel. “Les pauvres.”

Era inminente el embarazo temprano de Fleischer. “Avisen en segundo piso. Todavía puede tomar insumos livianos. El servicio central de hotelería funciona las 24 hrs.”

-Pero mi hijo no tendrá padre… Belén a pesar de ser Belén, estaba llorando.

Dos semanas después en algún lugar de Quilmes. En una casa perdida, rodeados de un verde mal cuidado. Con una rústica mesa de testigo de dos cafés y unos libros. Walter dijo que le trajeron una nueva versión del Morgan y uno de un tal Franco. “Son buenos libros de antropología clásica. Mirá, fijate este gráfico.” Axel se fijó y sin entender mucho notó que era un esquema evolutivo.

-¡Ah, qué bueno! Sí, siempre con eso. Vos te quedaste con un libro de Levi Strauss que era mío, si no me equivoco. Además de algo de Paulo Freire, y mis clásicos de Cream en vinilo.

-Puede ser pero estoy hablando enserio. ¿Sabés lo que son las especies o clases divergentes?

-Divergente… algo que se pierde, ¿no?

Belén siempre fue muy itinerante. Actualmente reside en Toulouse, es vecina de los dos sobrinos de Mariel. Todavía no tiene hijos y le gusta pasear cerca de Sainte Chapelle, cuando está en París. Se dice a sí misma que alguna vez visitará Dusseldorf, de donde proviene su familia.



                                     

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