Gil Evans por Astor Piazzolla. "A manera de memorias" (compilador Natalio Gorin)



Gil Evans y Miles Davis


Astor Piazzolla

"A manera de memorias" Natalio Gorin

La primera noticia de él la tuve en 1958, en New York, en la casa de Dizzy Gillespie. Me dijo: “Te voy a hacer escuchar el mejor músico que existe hoy en el mundo, y al mejor arreglador". Y me puso un disco de Miles Dives que se llama “Miles Ahead”, donde él toca con la orquesta de Evans. Y le tuve que dar la razón, eso sonaba como algo celestial. Muchos años después, en 1984, Gil Evans vino a escuchar a mi Quinteto en Nueva York y desde entonces nos vimos en cada viaje. Él murió el año pasado, a los 75 años, en medio de una pobreza increíble, porque vivía con un hijo y con 500 dólares mensuales que le pasaba su ex esposa. Durante los últimos diez años de su vida tocaba todos los lunes en un club de Nueva York que se llama “Sweet Basil”, donde se reunía con los mejores músicos que iban prácticamente gratis a ese lugar, con tal de tocar con él. Yo estuve ahí por última vez en 1987, haciéndome panzadas con la música que ahí escuchaba. Mi afinidad con Gil se dio porque yo también pasé por esa época de los boliches, donde uno iba casi gratis, la cuestión era tener un lugar donde poder tocar. También quiero decir que no solamente en la Argentina se cometen grandes injusticias con grandes músicos. Aquí porque no se tiene dónde trabajar, y allá porque un tipo como Stan Kenton, tuvo que hacer jingles para vivir decentemente. Gil también hizo arreglos para varios conjuntos de rock, entre ellos Sting, lo que explica por qué algunos de esos conjuntos suenan tan lindo. Detrás de los grandes equipos y las luces sicodélicas hay gente de mucho talento que hace buenos productos. Gil murió en medio de una gran tristeza, en una pequeña habitación donde había una cama y un piano eléctrico. Era todo lo que tenía.









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