Sanja Stanković: "Es una sensación muy fuerte compartir tu emoción musical con los oyentes". Alejandro Leibowich



Sanja Stankovic


Alejandro Leibowich

“Singidunum sufrió varias invasiones - hunos, sármatas, ostrogodos y ávaros - antes de la llegada de los eslavos alrededor del año 630 a.d.. El mismo nombre ‘Beograd’ se menciona por primera vez en el año 878, durante el Primer Imperio Búlgaro. Durante unos cuatro siglos, la ciudad la disputaron Bizancio, el Reino de Hungría y el Primer Imperio Búlgaro”.

Sostienen los ligüistas desde la etimología que la palabra gitano vendría del vulgar aegyptano porque en el siglo XIV habrían llegado a Europa desde Egipto. Lo cierto es que se asocia la palabra con un perpetuo movimiento, con un “efecto nómade”. Cuando un mensaje, un metamensaje y el núcleo de lo que es un lenguaje no se detiene se podría hablar de real comunicación. Un circuito de continuo movimiento, cual cinta de Moebius, o realidad proyectada de manera infinita en M.C. Escher. Dentro de las artes, la más abstracta, pero a la vez la más universal, incondicional y uniforme termina siendo irrebatiblemente la música. Porque bien entendida hace que todos los discursos quepan en uno.

El iris puede resultar incluso más oscuro que las pupilas, lo cual duplica cierta forma de visión y también de misterio.

En el Renacimiento da Vinci anotaba escribiendo frente a un espejo en sus cuadernos que “la claridad del aire está ocasionada por el agua que se ha disuelto en él en moléculas imperceptibles. Éstas, iluminadas por el sol desde el lado opuesto, reflejan la claridad que es visible en el mismo. Y el celeste que puede verse allí es causado por la oscuridad que hay oculta detrás de él”. Cómo resulte el ahora, una foto aérea panorámica de Belgrado resulta impresionante.

Una salida de una sala de proyección, de ver una película, o oír un recital puede causar conflictos en los sentidos. La luz cambia después de un fade out, y la mirada también. La percepción auditiva varía sus niveles, los oídos adecúan presiones y ondas de frecuencia. Barómetros emocionales. Muertos los efectos de la belladonna, bifenilo líquido que fue la pantalla y evaporado el sound round en un recital versado en un neorromántico ruso. El exceso de comodidad a veces nos obliga a negar la realidad, otra realidad. Porque a veces la que se vio proyectada/escuchada puede serlo más que la que se vive afuera. Además está el riesgo de querer parecerse al protagonista. ¿Y qué sería ahora ser un protagonista de algo?

Dos amigos, Miki y Lazar empiezan a argumentar sus “verdades”. La sátira suele ser defensiva y va turnándose de dueño. Recién salen de ver “Underground”, o de oír herencias de Cristofori y Lizst. Fue ayer pero, ¿y si se repite ahora? “Érase una vez un país”, o la acústica controlada en la sala de la ejecutante. Los dos son nativos de la antigua Yugoslavia, empiezan a discutir no sólo sobre la película y el recital, sino sobre su director y la intérprete. “Están en lugares grandes cuando proyectan o tocan, la imagen, el sonido se pueden perder”. “Pero a mí me gusta verlos, aunque no sé nada de música, mi idea es pasarla bien”. En este contraste de opinión se da el clásico combate entre decidir desde lo intelectual a lo sensual, desde el querer entender disfrutar o desde lo sensual a lo intelectual, desde querer disfrutar al entender. De golpe, se a dado un debate platónico, aunque más gitano. Se busca el estado ideal, el “perfecto”. No sé si exista, pero a mí esto me gusta más. Además no acostumbro ver o escuchar a las estatuas, me gusta más ver o escuchar a los seres vivientes.

Justo se larga a llover, en realidad ellos no saben bien qué hacen en Buenos Aires. Hace unos meses que llevan rentando unas habitaciones en ese lugar tan cosmopolita, en cierta forma tan propio. Porque tan distintos son tremendamente iguales, los idiomas son trucos hechos de palabras. Es cerca de la plaza República de Serbia con su fuente de Neptuno. Miki dice que está contento por llevar un abrigo gris que le llega hasta al cuello. Lazar al contrario se queja porque se está ahogando de lluvia. Revisando el celular, Miki suele ver su protector de pantalla, una foto de la pianista serbia Sanja Stanković y la hora de Belgrado. Los relojes también son impostores y la realidad debería ser sumergible. Ellas de alguna forma comienzan a hablar: Sanja y la realidad, ambas relojes de por medio. Horas cruzadas.


                                



1 Acto.

A.L.-Sanja, te he estado escuchando y realmente creo que hay muy buen balance en lo que hacés. El peso y el equilibrio para la técnica de tu instrumento parecen óptimos. El intérprete es un actor de escena y su extensión resulta su instrumento, o al menos eso se supone. ¿Qué sería ser un protagonista de algo? Y desde un piano hacer partícipe un mensaje.

S.S.-Es una sensación muy fuerte compartir tu emoción musical con los oyentes. Todo es balance y equilibrio, como la vida. La técnica que se aprende es que todo enseña, y se trata siempre de mejorar. Como decís el intérprete es un actor, soy una con el instrumento cuando interpreto una obra. Hay que saber transmitir tu mensaje. Se produce una especie de comunión sagrada, estamos juntos en todo y el sonido nos une.

A.L.-Hablamos de cómo se recibe lo que uno da desde el lenguaje. Keith Jarrett dice que un intérprete y sobre todo un solista, es “un narrador, alguien que cuenta historias”. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

S.S.-Sí, contamos historias. Cuando toco, trato de ser coherente con lo que el compositor escribió tanto como puedo, porque la historia que tengo que compartir con la audiencia está escrita como un texto musical que se supone que se interpreta a mi manera. Siempre hay un pequeño lugar para mi punto de vista personal, mi relectura y mi subjetividad.

A.L.-Sos serbia, nacida en Belgrado, pasás la mayoría de tu tiempo tocando música. Tu autor favorito es Rachmaninoff. Cómo se llega a querer identificarse con el protagonista, en este caso Sergei. ¿Sentís que vos lo elegiste, o que él te eligió a vos, o ambos se eligieron mutuamente?

S.S.-Bueno, Rachmaninoff es mi compositor y pianista favorito. Paso la mayor parte del tiempo estudiando y analizando su obra. Disfruto escuchando de sus grabaciones, y algunas veces practico incluso para conseguir las mismas culminaciones y ritmo en la música que él lograba, no resulta nada fácil, pero me gustan los desafíos. Y diría que definitivamente fui yo la que lo elegí.

A.L.-Tuve algún docente que sostenía que cada compositor debería ser una materia en sí mismo. ¿Te parece una exageración de su parte? ¿Cómo se elige un repertorio? Hablame de todos los autores que comparten horas de música en tu mente junto con Rachmaninoff.

S.S.-No sé si tu docente exageraba, ¿quién podría decir eso? Elijo tocar los autores que más me gustan y lo que me parece más adecuado. Esa probablemente sea la mejor manera de elegir el repertorio. Me gusta tocar Rachmaninoff, pero también me gusta Mozart, Beethoven, Chopin, Scriabin y Prokofiev. Todos comparten las horas de música que llevo en mi mente.

A.L.-Te voy a preguntar algo que no creo que sea frecuente que te pregunten. ¿Cuál es el primer fraseo melódico o parte, aunque sea de ocho compases, que recordás haberte aprendido de memoria de un compositor que admirabas y que te tocó de alguna forma motivos personales? Y cuando esto se volvió “tuyo” porque te apropiaste de el fragmento al memorizarlo, ¿qué sentiste?

S.S.-Recuerdo que cuando comencé a aprender El Segundo Concierto para piano de Rachmaninoff, primero tomé la parte del segundo tema, uno de mis temas favoritos. Ahí sentí que tuve algunos pensamientos introspectivos que resultaban muy personales, los sentí míos.

A.L.-Te gusta mucho hacer música de cámara, el trabajo de conjunto, en este caso reducido. ¿Cómo te enriquece la retroalimentación que hay en esto, y qué experiencias te trae aparejado?

S.S.-Es muy importante tocar música de cámara, ayuda a desarrollar el enfoque musical y abrir la mente durante la actuación. Ayuda a ampliar la forma de escuchar.

A.L.-Te vi tocar muy buena música barroca. Un Bach muy pasional y elevado con una buena independencia de voces en sus líneas contrapuntísticas, y un sonido muy definido y claro en tu digitación. ¿Cómo te sentís manejando este tipo de discurso? ¿Tenés algún referente como intérprete o teórico? Gould, Richter, Tureck, Rubinstein, Argerich…?

S.S.-Gracias. Me siento cómoda tocando música barroca. Aprecio las interpretaciones de Glenn Gould, Martha Argerich y Sviatoslav Richter, son los que más me inspiran. Son grandes intérpretes de todos los tiempos.

A.L.-Hablamos de Bach, un discurso que se dice surgido de su “diálogo con Dios”. Que independientemente de ser creyente o no serlo se debería estar convencido de que si J.S.B. no sentía realmente esa “conexión” personal, su obra no hubiese sido la misma. Incluso, tal vez ni habría existido.

S.S.-Ciertamente, estoy de acuerdo en que la música de Bach tiene una fuerte conexión con Dios, la iglesia y sus creencias, por lo que probablemente es así como creó su música. Él debía tener ese vínculo, ese diálogo con algo elevado.





2 Acto. (breve)

Miki había olvidado que llevaba un libro en un bolsillo. Era una versión en rústico de cuentos clásicos de Poe, también tamaño bolsillo. Era “Cuentos de misterio e imaginación”, una especie de antología. La sacó y no supo bien por qué impulso se metió en un bar, pidió un café con tostadas y empezó a leerlo dejándose llevar por el azar. Lazar, con tal de salvarse de la lluvia, y viendo que el dispuesto a pagar todo era el otro, lo siguió sin dudarlo. Él más bien pensaba en un compilado de Django Reinhardt que quería regalarle a su novia. Claro está incluía sus famosos dúos con violín. Muchos compositores argentinos, pero en especial uno, dice claramente cómo lo influye la obra de Edgar Allan en su música: “Hay mucho Poe en lo que hago, está en lo que compongo y en lo que interpreto”, argumenta Rodolfo Mederos.

“Poe me gusta, estimula mi creatividad e imaginación, por ejemplo leo ‘Cuentos de misterio e imaginación’, también cosas sobre el cosmos como las que escribía Stephen Hawkings” -dice Sanja.

A.L.-En música popular y jazz, ¿cuáles son tus preferencias y por qué?

S.S.-Me gusta Stevie Wonder, Keith Jarreth, 2 cellos y otros artistas varios que mezclan lo popular y lo académico.





3 Acto.

Escuchar no es un acto necesariamente permeable, dado que la exposición a algo no implica la aceptación. Sin embargo, al final de la película, Iván pronuncia las siguientes palabras:

"Construimos nuevas casas, con tejas rojas, donde las cigüeñas construyen sus nidos y con las puertas abiertas a nuestros invitados. Le agradecemos a la tierra que nos alimenta, al sol que nos calienta y a los campos que nos recuerdan los verdes pastos en casa. Así, con dolor, tristeza y alegría, recordamos a nuestro país cuando contamos a nuestros niños historias que comienzan como todas las historias: ‘Érase una vez una tierra...’"


Miki y Lazar ahora escuchaban al unísono.

A.L.-Sé que te gusta mucho el cine, ¿qué género y tipo de películas elegirías como favoritas y por qué?

S.S.-Depende de mi estado de ánimo, pero en este momento me gustan las películas futuristas. Por dar nombres de manera breve: James Cameron y Steven Spielberg.

A.L.-¿Tenés alguna preferencia por ciertas bandas de sonido y sus compositores? ¿Te gustaría alguna vez trabajar en ellas?

S.S.-Como estudiante de música clásica, al comienzo no consideré mucho esa opción, pero a medida que pasa el tiempo creo que debería intentar hacer mis propias versiones de música para películas.

A.L.-Contame un poco si querés sobre tu árbol genealógico y tu familia y qué significan para vos las palabras tradición y pertenencia a algo.

S.S.-Bueno, comparto mi apellido Stanković, con algunas personas notables en la historia de mi país. Por ejemplo Kornelije Stanković fue el primer músico con formación integral en Serbia, y así se llamó la primera escuela de música de Serbia. También con Borisav Stanković, el escritor. No significa que seamos familiares, pero espero que continuar haciendo cosas importantes para la tradición cultural de mi país tanto como pueda. Pertenecer y darle continuidad a algo me parece muy importante.

A.L.-¿Qué te sugiere un país como la Argentina? ¿Cuáles son las primeras personalidades que asociarías con este país y con Buenos Aires?

S.S.-Nunca he estado en Argentina, pero me gustaría visitar este país y tocar la música de Astor Piazzolla. También es uno de mis compositores favoritos. Y me gustaría aprender a bailar Tango.

Cuando leemos una partitura por primera vez, si lo hacemos bien dicen que tenemos buena lectura a “primera vista”. Cuando volvemos a leer la obra para estudiarla, entre la segunda y tercera lectura la memoria ya irá atrapando otros elementos. Mejor dicho las memorias. Con las imágenes creo que sucede algo similar, supongo que se podría hacer una buena prueba de esto viendo una fotografía, y siguiendo el mismo orden de “lecturas”. Miki y Lazar vuelven a salir del cine. Es una especie de loop de imagen ahora la situación y el medio podría cambiar.

En realidad no llueve y ellos no saben bien qué hacen en Buenos Aires. Hace unos meses que llevan rentando unas habitaciones en ese lugar tan cosmopolita, en cierta forma tan propio. Porque tan distintos son tremendamente iguales, los palabras son trucos hechos de idiomas. Era cerca de la plaza República de Serbia con su fuente de Neptuno. Miki le extiende la mano a Lazar, el gesto nace de la simpatía, que no implica tampoco un acuerdo. Una “verdad” no puede ser obligada, las “verdades” genuinas sólo pueden ser aceptadas, sino no son las auténticas. Eso lo dicta un lenguaje que parece no estar en ninguna parte explicado con claridad. Luego de darse la mano, cada uno toma otro camino, tal vez incluso opuestos. La vida es un constante devenir y estamos solos incluso cuando no lo estamos, eso lo entienden perfectamente ambos. Miki suele ver su protector de pantalla, una foto de la pianista serbia Sanja Stankovi
ć  y la hora de Belgrado. Los impostores podrían ser los relojes y lo sumergible habitable en la realidad. Ya le hemos perdido el rastro a ambos. Pero sabemos que quedaron sus pisadas, y creemos al menos en ellas, porque creemos en nosotros.






                                               

                                       
                                       












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