Jackie, "Es malo para los huesos". Alejandro Leibowich


Retrato de Henry VIII en Hampton Court.
Foto: Farook Salahuddin allegado a la Fundación Ravi Shankar

¿Qué máscara nos ponemos o qué máscara queda cuando estamos en soledad? ¿Cuando creemos que nadie, nadie nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica, nos intima, nos ataca?


Ernesto Sabato


Alejandro Leibowich

La historia para ser comprendida, tiene que haber cambiado varias veces. Ahora mismo está cambiando, letra por letra, hecho por hecho y la estás leyendo. Es una cinética inevitable, ignoro si es buena o mala, acontece y eso resulta innegable. Esto implica tiempo, el cual consume, y te consume. Desde lejos se toman mejor todas las cuestiones, la respiración, el espíritu de la época, el Zeitgeist. Mimetizada, mutada incluso bífida, resulta una ciencia. El objetivo de toda ciencia es buscar una verdad. Que no sea necesariamente “la verdad” es una cuestión de apreciación de quién la interpreta. Sin embargo eso no le quita, ni mérito, ni razón, ni proezas en un intento de mantener cierto equilibrio. Cierta cordura. La historia puede generar mitos, leyendas que pueden derivar en incongruencias. Estas mismas pueden incluso ser leída, adaptadas y re aprendidas con razones viles y espúreas. Mi vida es la historia, soy parte de ella, no la niego, es mi memoria, mis recuerdos y también mi futuro, porque la historia no duerme en papeles corroídos por las ratas y el tiempo. Aunque sí, ahora la estás leyendo.


La deuda


Los cementerios se deberían visitar por la noche, caminar con frío y comiendo helado de pistacho y menta. No "es malo para los huesos”.
-¿Sabías que ayer estuve con tu amigo ese que se murió de tuberculosis en Mallorca?
-¿En Père-Laichaise? ¿Dónde almuerzan y cenan los gusanos más ilustres de Europa?
-Su esposa se vestía de hombre, ¿no?
-George Sand. Ah, bien, no, mirá, tal vez no es muy reconocida, pero influenció mucho en lo que se conoce como novela psicológica moderna o algo así, junto a tipos como Thomas Mann, Zweig, etc. Sí, todos usaban sombrero.
-No sé, ahora estoy en una casa de huéspedes, y está lleno de videos, de esos viejos, los VHS. Pero no entiendo bien el idioma y no hay subtitulados. ¿Vos qué elegirías?
-Ni idea. Esperá que alguien viene, ya llamaron dos veces. -a lo lejos, se escuchaban gritos de nenes y ruidos de botellas rotas


-Estas bolsas pesan como demasiado, acercáme la mesa para apoyarlas. -el piso resultaba caminable, y el blanco de la mesa tolerable, ya se habían limpiado
El cielorraso se había dañado porque el techo estaba fundido en goteras empeñado en tratar de resistir tanta lluvia. De tanto incesto político, de tanta lacra de mentiras. De tantas soberbias vacías, pero con bolsillos repletos, y no de lechugas. -Veo que se te cae eso, esperá que te ayudo.
-¿Vos ayudando en algo mío? ¿Con quién hablás por teléfono?
-No, es una conocida de Santa Tecla, queda en El Salvador, ¿lo tenés? Su bandera se parece a la nuestra, como varias otras y Fernando VII y los Borbones podrían tener que ver con eso.
-Te ves muy animado, ¿desde hace cuánto que se hablan…? ¿Siempre quijotesco lo tuyo? Digo, por pelear contra molinos y estar solo o mal acompañado.
-Años, también por los mensajeros de Internet y por email. Esos llamados no los paga ella, lo paga la familia que la aloja. El Quijote, ja. Wells nunca terminó su película sobre él, hay una rusa (dicen que la mejor). Si algo me fascina del Quijote es su lucidez que se confunde con un sueño, y cómo lo mata la realidad cuando despierta.
-No te entiendo, ¿qué querés decir?
-No sé, por ejemplo dicen que el sol es bueno, ahora en Londres es verano. Suponete que estamos en Brixton: arena, épica, mucha gente. Pero nos sobre exponemos, tomamos sol durante una semana, sólo con pausas lógicas por la noche. ¿Qué resultaría?
-¿Qué me decís? ¡Nos terminaríamos insolando, el sol nos desolla vivos!
-De eso murió el Quijote… al menos para mí. Por cierto, estas cosas varían, la idea de Dios, de algo inmanente, le vino a Aristóteles desde el sol. La Teología para muchos nació en ese momento.


En la puerta de entrada que no era mía, y no sé qué podría ser mío ahí salvo la salida, que es el afuera, el arrojo, había una nota. No se podía leer bien lo que decía, aunque abajo en letra gris se deletreaba: “Acerquece al fuego, no demasiado, un mechero de cocina le sería suficiente”. La música de Chopin que ahora estaba sonando después de una ametralladora Jarrett que tocaba Bach creaba climas. Una atmósfera que Gabriel no entendía. ¿Y qué podía entender? Su mundo era otro, últimamente no hacía más que hablar de su madre muerta y me estaba agotando, y agotando mucho. “Lo que yo hago cuando mis alumnos me tienen cansada y no los quiero escuchar más, pero a la vez no quiero que se sientan mal es poner cara”. Parecía una buena opción y otra no veía en esta ocasión como tantas otras. Cara, acompañando a una afirmación con la cabeza, o un monosílabo frío o un claro, lo siento. El hombre en azul vestido de musgo verde, podrido. ¿Realmente soy tan mala persona? ¿Cómo se mide eso? Supongo que en culpas, ¿cuántas culpas (gramos, kilos, toneladas) puede tolerar alguien sin exasperarse e implosionar? Sin inmolarse de culpa.


Siempre un nombre, una cosa, una mesa, una silla, lo que sea, evoca otras cosas. Como imanes de recuerdos que se van atrayendo y todo se pega (cazamoscas). Todo se conecta, y ese todo si no lo aprovechás en breve será la nada. ¡Atreyu, Atreyu… y la ciudad de insectos! Bah, basura. El teléfono quedó esperando. Tono modalidad sala de espera de neonatólogo:  un semicalmo


-Che, ¿Lila estás ahí?
La línea se entrecortaba entre chispazos ciegos y ruido blanco… “Just a Spark, baby”. -Sí, sí, hay dos pelis que me gustaría ver, pero no sé dónde pasarlas. “Le derner metró” (ella ya no podía ver, tampoco oír, aunque eso nadie lo sabe en realidad), y “Tout le matin du monde”, ahí trabaja el hijo de un muy buen actor, de uno famoso y te gustaría, hay cosas antiguas, instrumentos con muchas cuerdas (vi la foto de tapa).


“Qué tierna, y está llena de pecas, nada es perfecto, sólo la ves de lejos, es todo, isn’t it?”.
-Ya sé, Truffaut y el hijo de Depardieu, “muerte al César, y el César ha muerto”. A todo esto, ¿qué es lo que me gustaría ver? ¿Al hijo muerto actor de un muy buen actor? ¿o a la fama?, a esa te la regalo, evito el colapso, si la veo en la calle la piso con el auto. Siempre estoy a fuego moderado para ciertas cosas.
-Deneuve ya no es tan joven ahí (se ríe) aunque algunos prefieren un buen vino de un buen año a una cerveza rancia. La cerveza es para adolescentes, y ya no lo somos.
-Me pegó algo acá, o sea me surgió, hablamos en otro momento.
La línea ya no tenía sonido, estaba muerta.


Lo de visitar cementerios es algo que detesto, sea donde sea, y en lo posible los evito. Siento como si me absorbieran de a poco la energía, y por cierto ahora no creo tener mucha. Toda esa mística a lo Castaneda de los “sitios sin poder”, Don Juan, Ixlan, Spinetta mismo que la trajo Jade mediante, al menos en eso me podía y coincidía. Sin embargo, “recuerda que un guerrero jamás detiene su marcha”. Como resulte se había llenado todo de papeles, deudas de tareas, gente en breve se mimetizaría en conductas, como hacen todos para adaptarse al medio. Sufrir es opcional y “la vida es un valle de lágrimas” para el que así lo desea. Definitivamente no es lo mío.
En la casa de las afueras de Baires, cuando fuimos alguna vez con Matías y el Turco a ver a Caro, se pasaban todas películas de Eastwood. Caro era fan de Clint y su pareja además tenía una Gibson SG original que quería vender por Mercado Libre (creo que antes por Segunda Mano). La noche podía haber sido más sana si el Turco no la llenaba de humo. Sin embargo ya saturado de muchas cosas, y esperando en un sofá para tres personas “prefabricado” con patas hechas con resortes metálicos, Iván nos llamó a comer. El tipo era experto en hacer pastas y amasaba también, cosa que a Caro le encantaba, así se dedicaba a ver más películas de Eastwood. Una vez en broma le había sugerido a Iván que en el caso de que ella muriese antes que él, la enterrase con una proyectora encendida dentro del ataúd construida en titanio y con garantía por lo menos de mil años que pase en continuo todas las películas en las que Clint Eastwood tuvo algún tipo de participación. Por lo menos no se aburría, su muerte sería algo así como un gerundio eterno “muriendo”. Antes el precio para cruzar al más allá incluía dos monedas antiguas sobre los ojos. Ni Moiras, barca mediante y las Walkirias de combate. “¿Por qué apegarnos a lo que vamos a perder de todos modos?”. Encima eso lo dijo Isabel Allende... Las películas girarían y girarían en sus ojos vacíos de celuloide y…
Hay un gesto extraño, mueca muda, como un corte abrupto de emociones, y a la vez un cambio radical, cuando se pasa de un extremo a otro en los gestos. De la risa al enojo, pueden resultar microsegundos, pero… Mejor salir a ver la noche que todavía tiene pies de barro y la juega de cielo. Sí “te quiero hasta el cielo”, resulta por eso que no te puedo alcanzar y me estoy hundiendo, hundiendo. “Morir poco a poco, me muero”. La música de Chopin, sus climas, la atmósfera parece gritar eso, el aire mella cuchillos y sin ningún tipo de censura en todos los tonos de voz de bel canto que a él tanto le gustaba. No resulta de extrañar que Sand se refiriese al polaco como “mi pequeño cadáver”. Cita certera, aguda y muy cruel, porque se la decía ya no como una sugestión de adjetivo, sino casi como un apodo.


-Lila la que está en París, la salvadoreña, quiere aprender a tocar bien el chelo. Hizo algunas armas y se la pasa escuchando a Rostropovich, Casals, Tortelier, y obviamente a du Pré.
-Ah, ¿y se viene para acá?
-No sé, ahora le pego un llamado a Aquamán que en unos segundos te cruza el Atlántico. No me parece hora para llamar... después me fijo, o le mando algo, conozco alguien que la podría ayudar. No será un “On Cloud Nine Learning” pero está bien. Al menos por el momento. Hablando de Paul Tortelier, justamente ese alguien me alcanzó un método breve escrito por él. Muchas fotos, muchos dibujos, digitaciones, números y no entiendo nada. Sonreí.
-Vodka y limón… Ahora vuelvo.
“Acerquece al fuego, no demasiado, un mechero de cocina le sería suficiente”.


En los debidas nocturnas visitas a las Necrópolis, se debería caminar por el frío, siendo un helado de pistacho y menta mientras te devora el vacío. Te calcina el olvido y los gusanos se ponen a vajillar junto a la ruta bacteria. La final, porque lo que “es malo para los huesos” siempre lo fue y siempre lo será.







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