"Nunca sabremos cuántos colores pueden habitar en una estrella, todos refractan esta noche a la vez". Carolina Diez



Carolina Diez


Carolina Diez

Nacer


1
Primero empieza en las orejas, un escozor sutil que puede intensificarse. Urgencia repentina de expulsar líquido, de cambiar ingestión, de deshidratar con fluido diverso… digestión, acelere de pulsaciones, contracción gargantual, movimiento sísmico expandido. Burbujas. El tiempo, fluir cósmico, armonía imposible, todo hecho carne. Un sopor melancólico, un consuelo, un aliento más, el aire sale, el fluir es estando ahora uno. Es yo uno en uno mismo y eso por fin deja de reclamar sentido impropio. Danzar elementos. Correr sendas, paradigmas, idiosincrasia. Virar.

2
Después, silencio. Un reverberar sin peso, una música de fondo en el pensamiento vacuo, inexperto. El eco dice vos no sos, nadie es y vos no, tampoco.

3
El vaso expira noche en uva, un hilo de humo gira y se revuelve subiendo en espiral, ya no es el mismo, ni el humo ni el vaso que expira, ya no llegan a ser, ahora, nada más que percepción, no más que error; tan sólo parten la escena y habitan el mensaje en suspenso que gira y se revuelve subiendo en espiral, y baja, ya no es el mismo, el mensaje, ya no llega a ser, ni siquiera, error.

4
Se pasó límite, zona, frontera, no hay límites hoy. Hoy abarca todo. Y es infinito e insulso al tiempo. No tengo ojos para todos, está claro, estuvimos buscando poéticas en vano, en todo caso nos persiguen, siempre, cerca, siempre cercando, hay una realidad. Casi nos justificamos con el sendero de los astros. Estamos todos puestos pero la órbita oscila y no deja de ser correcto. Me deslizo. No hay vos, hoy, en la noche; la luna de tan llena es ego, es orgullo reinando glorioso, es el ímpetu del ciclo que no resbala. Debimos habernos hecho alambres, transmisores. Debimos de nacer de verdad.


(2013)



Abrir


Comienza dudando. La primera desconfianza genera el posterior deterioro de la certeza. La obnubilación que viene a eclipsar a su precedente. Todo nebulosa. Así comenzó todo. Yo dudaba del porvenir y se me dio que por venir dudando algo hubo ahí, justo mientras sin reconocerlo me propuse yo a llegar primero es que dudé. Dudé de tantas vueltas y de las miradas al pasar, dudé de las vidrieras, de las pantallas, de los enfoques. Los encuadres, poco a poco, también me hicieron dudar, las relatividades, las circunstancias, la atesorada verdad se me nubló para siempre. Las luces no importan alguien dijo alguna vez guiándose por los cielos, pero nunca sabremos cuántos colores pueden habitar en una estrella, todos refractan esta noche a la vez, entretanto pienso que sin una imagen mil palabras dicen nada.


(2013)



Pasado


Fuimos los hijos de los nuevos mitos, del genoma, del mapa genético, la clonación, la globalización, el progreso y demás bladurías. Seres políglotos hundiendo la carne al hueso hueco de la verdá, al embrión desparejo, al futuro cazador. Siempre existió el hambre sólo que no todos tenían acceso, algunos aún deglutían felices en restaurantes de turno o arrasaban las ofertas de los grandes supermercados y aprovechaban la promoción de los lunes en el almacén, ese centro de las almas del barrio, aún, cierto, había barrios. Había putas y callejones y chatarra y pancherías, gente corriendo en la calle o saltando o bailando o digiriendo la realidad. Había almas, dice, la ciudá era un almacén, un alma-zen de almas perdidas dedicadas a tragar, escupir y tragar lo mismo de un lado para el otro, un fluído, un núcleo, sólo que no lo sabíamos. Funcionaba la ciudá en un reflujo, retroalimentaba, no hubiera pasado mucho tiempo tampoco. Hubiera faltado una guitarra, un mástil y su bandera, un marco de prócer, una embarcación. Entonces todavía había pecado, había los huesos que debíamos desaparecer, había los huesos y la tierra prometida para ellos.





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