Pensar Auschwitz. Jenny Levine Goldner


Primo Levi

“Lo que descubrí en Auschwitz es la condición humana, el punto final de una gran aventura, donde el viajero europeo llegó después de su historia moral y cultural de dos mil años.”
Imre Kertész
Fragmento de su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura 2002
Jenny Levine Goldner

Pensar Auschwitz es ciertamente un tema muy difícil. Lo es porque, queramos o no, nos toca a cada uno de nosotros, porque de Auschwitz surgen tantas preguntas sobre la humanidad, la cultura, la muerte, la moral y definitivamente sobre la religión, en especial cuando pensamos en este campo de exterminio y Dios. Así como lo dice Primo Levi, escritor italiano, judío, sobreviviente de la Shoah: “Existe Auschwitz, no existe Dios”. Una frase poderosa y dolorosa, seamos creyentes o no.
La pregunta que yo me hago en este momento es: ¿cómo podemos hablar filosóficamente de Auschwitz? ¿Qué palabras le podríamos adjudicar a esta masacre sin perdernos en el arrebato de la pasión, pero sin cosificarlo y quitarle todo sentimiento?
Adorno y Horkheimer, filósofos de la Escuela de Frankfurt, escapando de las garras de los nazis, llegaron a Los Ángeles, California y escribieron juntos Dialéctica de la Ilustración, publicado por primera vez en 1944. Uno de los puntos principales que toca este libro es que el uso que el hombre le ha dado a la razón se ha convertido en uno de dominio, sometimiento y esclavización de los hombres. Es decir, que el hombre ha utilizado a la razón como un instrumento que, más que traer progreso, ha generado un gran retroceso y el mayor fracaso de la era de la ilustración: Auschwitz

Max Horkheimer (a la izquierda al frente), Theodor Adorno (a la derecha), y Jürgen Habermas (al fondo a la derecha) en 1965 en Heidelberg.

La razón instrumental llegó a su extremo cuando se produjo un exterminio mecánico, planeado y medido. Fue un producto de la razón, lo que condujo a ello, pues la matanza era un trabajo burocrático. No había pasiones en el mal que cometían, era un trabajo mecánico y administrativo. Así como Hannah Arendt (filósofa, judía, que fue a Nueva York huyendo también de los nazis) escribe en Eichmann en Jerusalén sobre “la banalidad del mal” y acerca de los argumento que Eichmann sostuvo para exculparse de los crímenes por los que se le acusaban, diciendo que “sólo seguía órdenes”. Lo que tiene de banal lo que cometió Eichmann no es lo que hizo, sino en sus motivos, en por qué lo hizo. Según Arendt, personas como Eichmann tenían un déficit de pensamiento reflexivo sobre sus propias acciones. Este argumento puede ser muy conflictivo, pero quizás haya que tener en mente que intentar comprender no significa perdonar ni exculpar.

Lo que surge de esta cuestión es la reflexión sobre el estatus psicológico de aquellos que colaboraron directa o indirectamente en el exterminio. Lo que dicen los filósofos mencionados es que no se trataba de locos o de monstruos, que Hitler no era un loco que se apoderó de Alemania. Por el contrario, se trataba de hombres racionales, que utilizaron su racionalidad para matar a personas de forma mecánica. Si decimos que se trataba de locos, caeríamos en la posibilidad de exculpar a esos hombres de los horrores que cometieron.
Pero si los nazis no eran ni monstruos ni estaban locos, y eran personas comunes y corrientes, entonces, ¿por qué lo hicieron? Esta pregunta sigue abierta porque en ella nos jugamos todos nuestra humanidad.

Reciente pintada neonazi sobre un mural comnemorativo de Simon Veil, abogada y política francesa sobreviviente del holocausto que promulgó la conocida como Ley Veil consiguiendo la despenalización del aborto en dicho país.
¿Se puede pensar Auschwitz? ¿Cómo reflexionar acerca de algo que clama ser hablado pero que presenta una enorme dificultad, si no es que imposibilidad? ¿Cómo acoger lo extraordinario con los medios ordinarios de la comprensión histórica?[1] ¿Cómo hablar de un acontecimiento único?
Quizás una de las formas de hablar sobre el tema es recurriendo a la metáfora, ya que las palabras comúnmente fracasan cuando se intenta hablar de temas que rebasan nuestro entendimiento. Es por ello que aquí termino con un poema de Paul Celan, quien también sobrevivió los horrores de la Shoah:
“A ella, a la noche,
la palabra que estrellas sobrevuelan, la que mares [sumergen,
a ella la silenciada,
a la que no se le heló la sangre cuando el colmillo [venenoso
atravesó las sílabas.
A ella la palabra silenciada.
Contra las otras que, pronto,
prostituidas por los oídos de los verdugos,
escalarán también el tiempo, los tiempos,
la evidencia, al fin,
al fin, cuando sólo cadenas resuenan,
pone en evidencia a la que allí reposa
entre oro y olvido,
hermanada de siempre a ambos—."[2]




​[1] Véase Ricoeur, Paul, La memoria, la historia, el olvido, Madrid, Trotta, 2003, p. 434.
[2] Celan, Paul, “argumentum e silentio” en De umbral en umbral, España, Hiperión, 2005, p. 85.

Fuente: Revista Los Contemporáneos

Jenny Levine Goldner
Psicoanalista y docente de filosofía
jenny.levineg@gmail.com

Licenciada en Psicología y Maestra en Filosofía por la Universidad Iberoamericana (UIA). Doctora en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana. Profesora en la UIA en materias de Filosofía y Psicoanálisis. Co-antologa el libro Palabras en poesía: Diccionario poético por 50 poetas mexicanos (Siglo XXI Editores, 2008). Trabajó como asistente editorial en la Revista de Filosofía de la UIA. Sus principales áreas de estudio son el Psicoanálisis, el Romanticismo alemán y la filosofía de Martin Heidegger. Ha publicado artículos y textos en revistas nacionales e internacionales.


Jenny Levine Goldner

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