Pangea, especie divergente (2). Alejandro Leibowich



Cuarto rectangular

Alejandro Leibowich


-Si hay algo que me molesta es la policía, sea de donde sea. Siento que hubiese ojos por todas partes y que me observan. “No eres más que lengua y una placa, no eres más que lengua y una placa, Ness”

El cuarto tenía como un formato neutro. Era un rectángulo, y había un clima de altiplano, básicamente eso. Y era un gris neutro, sólo alterado por fogonazos que de manera espasmódicamente digital arrojaba la pantalla del televisor. La luz se estrellaba inocua sobre el rostro de Belén, que en realidad no miraba nada. Estaba sumergida en un silencio visual, que a ratos como que alternaba con una especie de autohipnosis mirando rincones que nada tenían. Se detenía en un detalle invisible, y se abstraía. Movía nerviosamente ambas manos, que estaban apoyadas sobre su regazo. La falda siempre era corta. Tecleaba con los dedos, y pensaba en un llamado ¡Debería llamar! ¿Debería llamar? Debería llamar… No me puedo dormir, no me voy a dormir.

-Belén, abrime. Abrime, Belén. No estaba en Internet, te conseguí “Empire Island”.

Los golpes en la madera, suenan más grave, y más secos. Más cortos que en el cristal, tan agudos, tan que hieren. Y la superficie es frágil, como el hielo delgado. Y se puede romper.

-¡Belu, abrime! No me gusta quedarme afuera.

¿Qué es estar afuera? ¿Qué sería ahora estar fuera? “Del otro lado de la desesperación. Orestes - Lo que ellos quieran: Son libres, y la vida comienza en el otro lado de la desesperación.” A Axel le gusta citar a Sartre, Le gusta jugar con significados, le gusta jugar con la vida, le gusta jugar con todas. Conocerlo desde los 19 años me hace entenderlo mejor, y entenderme peor a mí. Atrevida y atrevidos que fuimos o somos. Esa televisión encendida. Debería llamar. Llamar debería… Clara está, pero Clara no está. Si llama, por si las moscas, jajaja

-¡Hola, Profe! ¿Cómo estuvo último viaje a Rosario? ¿Cómo anda la francesita?

-Hola, Belén… Ahora, ¿en qué nuevo problema te metiste?

-Mi vida es un problema, soy una rueda de problemas y giro y giro.

-¿Estás sola? Dicen los medios que estás con tu amiga Clara. Lo dice también Walter, en el que confío incluso menos que los medios.

-Siempre igual. Tan equitativo, profe. Usted me enseñó palabras, así me expresaba mejor.

-...

-Me pediría un helado. Y vos te gusta el pistacho. En los locales de Italia lo sirven como en las pizzerías argentinas el maní. Lo regalan, te regalan, nos regalan. Estoy donde comienza la vida, según Jean Paul… jajaja.

-Algo no funciona bien, por cierto cierta forma de odio, rencor y resentimiento no necesita palabras. Y siempre te expresaste muy bien desde lo visceral... Bueno, es una de las cosas que siempre me interesó de vos. Tal vez la que más me atrajo.

-Profe, ¿me cuenta un cuento?, me gustaría poder dormir. A veces tiemblo, dele. Soy su Laura Dern.

-Debe ser tarde por ahí. Creo que Mariel mezcló cerveza con vino tinto. Está como perdida. No me gusta esto.



-Oh, bien sur. Votre damme. “La dame sans regrets” como cantaba Sting. Jajaja.

-No te volvés más irónica porque no lo practicás. Pero siempre tenés esa modalidad en piloto. Un modo automático.

-Dale, contáme un cuento… Mi viejo me contaba cuentos, cuando venía del trabajo en la oficina de Ezeiza.

-Te cuento cuentos, un cuento sobre muertos, sobre ahorcados. Sobre el peor azul, el azul asfixia. Sobre gente que aparece colgada en el baño. ¿Sobre el Taj Mahal?

-El chico cantaba bien, era divertido. Los muertos no son divertidos y tampoco cantan. Jajaja

-Eso dicen, nadie volvió para contarlo que yo sepa. Los gusanos no cuentan como testigos, te sigo la ironía.

Los cristales, como que alguien los araña. Hielo delgado. Clara, Clara… Belén soy yo. Abrime.

(Toc, toc. Grave. Toc, toc. Agudo). Me sangran los oídos…

-Pero no estaba ahí, no estaba ahí.

“Júpiter- ¡Pobre gente! Usted hará (construirá) su soledad y vergüenza, va a arrancarles la tela que los tenía cubiertos, y de repente usted les muestra su existencia, que se les da a cambio de nada.

Orestes- ¿Por qué les negaré la desesperación que hay en mí, ya que es su destino?

Júpiter - ¿Qué van a hacer?”

-Ahora tengo sueño… A ver si tomamos un café o algo, pero no, pero no.

-Tengo que levantarme, mañana tengo que hacer unos trámites por el centro. No sé ni qué hora es. No es bueno no confiar en nadie. Te lo digo yo, que en nadie confío. Sin embargo, en mí sí confiaría.

-¿De verdad Axel? Estoy temblando, voy a buscar una manta o lo que haya.

-... Los muertos creo que no sufren de hipotermia. Así que hay gente que está peor. Incluso ya ni es gente.

-¡Qué humor negro, profe! Negro azabache, negro como el café beduino.

-Sí, negro y amargo, como algunas noches, y la muerte.

-Ya te dije ayer. Es normal no aprobar aunque te rompas el lomo estudiando. El ingreso a Filo en Entre Ríos no se compara a ninguna carrera. Y ninguna carrera se compara a ninguna vida. Aunque es Filo, si no se te ocurren ideas te podés fumar el pasto de la entrada.

-Cierto… Los autores que vieron. La escuela de Frankfurt.

Debe tener fiebre, está anacrónica. Mezclando tiempos y realidades.

La verdadera forma del destino siniestro, es tal vez justamente no tener ni destino ni ser siquiera siniestro.

-Voy a buscar unos papeles que me quedaron colgados, y el encargado se olvidó de pasar por unas cosas.

Clara en algún lado escribe:

Y al hablar de muertes “no naturales”, surgieron reflexiones en comentarios trasnochados. Reconozcamos que la muerte es un tema "universal". Tiene un fundamento de triología: comienzo, vida y final. Pero los seres humanos, siempre parece que tenemos la impresión que la muerte, es un tema “profundo”. Pero lo que verdaderamente será profundo será el pozo donde te tiren, diría Belén.

Cuando yo tenía algo así como 14 años, me enteré de que mi abuela Sylvia decidió arrojarse al agua y "dormir con los peces". Pero creo que me expresé bastante mal. Escribí, conozco el suicidio desde que soy adolescente, me corrijo. En realidad no lo conocía, ni siquiera intuía que es eso de quitarse la vida por voluntad propia, a esa edad es imposible "entender" eso. Dado que cuando pienso en lo que llaman suicidio, parto al menos inconscientemente de esas primeras "impresiones" sobre el tema. Y digo o pienso, algo que no se puede pensar. Porque en este caso por lo que luego fui entendiendo, (el caso de mi abuela Sylvia). El hecho se suscitó para interrumpir el dolor. Y el dolor "absoluto", que parece que dominaba la situación. No es algo que se pueda pensar, sólo se padece. Nadie puede pensar el dolor, ni el terror, por dar otro ejemplo, en "estado puro". Supongo que se induce a una suspensión desesperada. La persona parece necesitar desenchufarse y bueno, tal vez sea "valiente" en ese acto, que no puedo considerar del todo "razonado". En la ausencia del razonamiento, no hay razón, sólo pulsiones primarias que se imponen. Nunca es tarde mientras seamos seres "arrojados a la vida". Pero insisto que cuando escucho o leo la palabra suicidio, caigo en el más silencioso de los silencios que conozco. Me podrán decir que porque el suicidio no es algo "natural", como la muerte por causas "naturales". Pero lo cierto es que los seres humanos somos unos inconformistas permanentes, que todo lo alteramos para adaptarlo a nuestro gusto, capricho o necesidad. Desde la comida a la que aprendimos a cambiarle el sabor desde la época de las cavernas, hasta las guerras y las muertes necesarias, para "sublimar" nuestra voluntad de poder.

-”Pauvres gens! Tu vas leur faire de la solitude et de la honte, tu vas arracher les étoffes dont je les avais converts, et tu leur montrera soudain leur existence, qui leur est donnée pour rien.” - Mariel tiró el vaso que con agua a medio llenar que tenía en mesa de luz.

Cuando el sueño era pesado. Cuando el sueño era profundo. Cuando alguien faltaba. Miró a un costado y Axel no estaba. Cuando el pasado me habla, cuando pienso con las palabras que aprendí a pensar. Pero entonces. Walter llamó. No conozco bien a Walter. ¿Quién es Walter?




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