3- Hegel de vacaciones, Alejandro Leibowich
3- Hegel de
vacaciones
Transcurriendo
el tiempo, y cambiando de a poco de escenario, el auto se acercaba a destino.
Rucci se había cansado de contar carteles, Tome
Ghidini, Quesería Botnia, Almacén Chomberg, Fotocopiadoras Acné, Hierbas
medicinales Gonzáles y Heladería Macopuerro pasaban ahora como fantasmas por
su mente.
- Bueno, estamos por llegar muchachos- dijo Mingonious
bajo un cielo que ahora parecía cambiar de plomizo a rojo sanguinolento
Frenó el auto, y quedaron parados en la esquina de la
institución.
- Este lugar siempre me recuerda a la película “El
joven Frankenstein”- dijo el hipotético militar
- Sí, puede ser, algo siniestro se respira en este
sitio- dijo Mingonious activando el aire acondicionado de sus pensamientos para
protegerse
Las paredes parecían proyectar una gran sombra oscura
sobre el piso, sin embargo el edificio no era tan alto, ni la luz del día podía
dar una explicación razonable a ese efecto. El subcomandante imaginó telarañas
invisibles y restos humanos desparramados por la vereda.
- Creo que estoy volviéndome loco- dijo el hipotético
militar mientras cerraba la puerta del auto
- Todos lo estamos- dijo Mingonious mientras aseguraba
el auto y activaba la alarma con “La cabalgata de las Walkirias”
Al escuchar eso Rucci se acordó de la walkiria Nicole
Newmann.
Una Brigitte Bardot vernácula, pensó
tempestuosamente.
La luz era grisácea en la entrada, y resultaba
misteriosamente atrapante. Las paredes estaban impregnadas de tabaco, tedio y
abandono.
Mirando hacia el pasillo derecho, desde la perspectiva
de la puerta, se dirigían los sigilosos pasos de los recién llegados.
Pasaron por el aula de Los yeites perdidos, donde
contaba la leyenda que habían muerto de angustia seis alumnos en una clase
de Apreciación Musical, que trataba
sobre el lamento en el tango.
Siguieron caminando, y se encontraron con varios
estudiantes, que en sí mismos representaban cada uno un distinto estado de
ánimo. Había uno con una remera que tenía estampado el rostro de Borges, en la
que se podía leer. “Disculpe usted mi ignorancia”, pasaba otro con un cd de
Madness en la mano, y Rucci notó sus ojos desorbitados.
Por la siguiente aula, estaban dando clase unos
fundamentalistas tibetanos. En eso pasó una mujer embarazada, que parecía
sentir nauseas, y se diría que daría a luz en el pasillo mismo. Casi de la
nada, salieron dos estudiantes con aspecto de hare krishna a auxiliarla.
Faltan pocos pasos para llegar al aula “Morton
Feldman”, en la que tenían clase, pero antes se toparon con un estudiante de
rasgos eslavos. Vociferaba cosas en lo que parecía ser ruso, y se golpeaba la
aplicadamente la cabeza contra la pared, formando una gran polvareda a su
alrededor. El subcomandante conocía el aroma que este expelía, debía de haber
salido de la cátedra de Audio de Yabrán, se dijo a sí mismo. El olor a hierbas
exóticas le resultaba intolerable.
- Bueno, vamos a la clase del viejo- dijo Mingonious,
sin prestar mucha atención a nada
- Otro día en la facultad- dijo Rucci
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