Adriana Santa Cruz. Tan lejos, tan cerca. Alejandro Leibowich


Adriana Santa Cruz

Alejandro Leibowich

Formalmente hay un "esqueleto" de escritura, y tras la escritura. Hay una lógica incluso donde parece no haberla. Los estilos son producto tanto de lecturas, ejercicios, como de "vertebraciones formales". Esto no quita la esencia que le es propia e inherente al autor. Adriana Santa Cruz, en sus dos nuevos libros trata un poco de poner a la teoría en la función que debería tener siempre, la de subyacer a la obra, como si fuese una metafísica con una lógica autoconciente.

Comentario agregado con posterioridad a la entrevista.


La circulación de la sangre varía de velocidad. No es el mismo tiempo, el tiempo de una entrevista. Hay cierta contención en algunos aspectos, tal vez una leve tensión. Pero pasará. Los gestos son los mismos, la experiencia se sobrepone a cualquier eventualidad.

-¡Hola, Adriana! Ni se me cruzó alguna vez por la mente que haría una entrevista a una profe. En realidad, yo siempre huía de todo profesor, aunque fui mal alumno en matemáticas, no tanto así en lengua, historia o música. Tal vez porque eran materias que daban para improvisación de orden de factores. Y el producto no era alterado. Aunque, describime brevemente cómo es una clase de Lengua, que ya casi ni recuerdo…

-Las clases dependen de muchos factores, pero el más importante son los receptores, o sea, los alumnos. En el secundario, no es fácil dar clases porque toda la educación está en crisis. Tenemos una escuela del siglo XIX para alumnos del siglo XXI. Hay mucho por cambiar, pero en el mientras tanto, uno trabaja como puede supliendo con pasión lo que no te da el sistema. Principalmente, lo que busco en la escuela es que los chicos se interesen por escribir, que valoren la comunicación y que la lectura se transforme en algo necesario para sus vidas. En el nivel terciario o universitario, es diferente, pero creo que siempre es un plus agregar pasión a todo lo que tenga que ver con la educación. En realidad, la pasión, debería estar en todos los órdenes de nuestra vida.

-Vos trabajás en distintos lugares como docente, además de llevar una labor periodística en Leedor. Contáme un poco…

-Sí, hago varias cosas pero todas relacionadas con el lenguaje o, mejor dicho, con la comunicación, que es algo que me preocupa mucho. Es el gran tema del momento o, al menos, uno de los grandes temas. Me gusta enseñar, pero también amo escribir, así que intento hacer un poquito de cada cosa todos los días.

-En el caso de los adolescentes, ¿cómo es tratar todos los días con el caldo de cultivo de lo que será nuestro futuro? ¿Qué recaudos tomás? Seguro se refieren a vos como “la de Lengua”...

-Sí, soy “la de Lengua” o “la de rulos”. Los adolescentes son espontáneos, no tienen filtros, son sinceros, muy cariñosos cuando te quieren, pero también tienen sus problemas, y a veces muy graves. Tienen crisis, dudas, necesitan un límite, pero más que nada necesitan que los entiendan, que los escuchen. A veces los adultos nos enojamos, pero hay que entender que cuando se portan mal, la mayoría de las veces no es algo personal, es la manera de exteriorizar la bronca o el dolor que están pasando.

-En el caso de la enseñanza a adultos, ¿cómo es tu encare profesional?

-Con los adultos es diferente porque algunos son profesionales, por ejemplo, y se produce como una lucha de poderes: al principio cuesta que me legitimen como emisora, tomando conceptos de Pierre Bourdieu, pero en un par de clases, todo fluye. Otros se sienten mal si no saben algo porque son adultos, justamente, y entonces hay que trabajar un poco con la idea de que el aprendizaje se da en cualquier edad y de que no es vergonzoso no saber algo. Las clases en el terciario o en la universidad son muy ricas por esta interacción con gente de tantas profesiones o de tantos saberes diferentes. Además, se supone que estudian lo que les gusta así que prestan atención, leen, participan, y yo aprendo muchísimo.
                      


     
-Por ahí me enteré que te gusta cantar. ¿Bailar? Parece que te gusta la música también. ¿Qué tipo de música escuchás? ¿Considerás que tenés algunas deudas pendientes con la vida, por ejemplo en este área?

-Es un poco así, siento que me quedan deudas pendientes con la música. Estudié piano muchos años, quería ser concertista, y también siempre me gustó cantar y bailar. Mi gran problema fue la timidez, así que dejé la música, pero ahora estoy volviendo a mis viejas pasiones como puedo, con el poco tiempo que tengo o con las pocas habilidades.

-Tenés amistades que combinan ciertas actividades culturales, ¿no?

-Sí, creo que la mayoría de mis amigos o amigas están relacionadas con las Letras, en algún modo. Es porque me muevo siempre en los mismos ambientes. Trabajo mucho, así que “del trabajo a casa”, como dice el dicho popular. Entonces, es lógico que me conecte con gente que hace cosas parecidas a las que yo hago.

-Y el periodismo, ¿cómo te llevás con eso? ¿Mucha caminata y mucha compu, no? ¿Mucho teatro también?

-Otra de mis pasiones es el periodismo, así que aprovecho la generosidad de Kekena Corvalán y Alejandra Portela, quienes en su sitio Leedor, me dan toda la libertad para que escriba lo que quiero. Ahí también empecé con las críticas teatrales y ahora casi no hay fin de semana en el que no vaya al teatro.

-¿Viste “La sociedad de los poetas muertos” con Robin Williams? Si es así, ¿te sentís identificada? ¿Vos sos de los que llevan las cosas a los extremos con tal que los alumnos se contagien tu amor por lo que enseñás o me parece?

-Quisiera ser como el personaje de esa película, pero también es cierto que es muy utópico. Sin embargo, como te decía antes, no me conforma enseñar un tema, sino que siento necesidad de que el alumno se involucre. A veces lo logro y me siento muy feliz, te lo aseguro. Otras veces fracaso totalmente, pero es la vida, supongo.

-¿Cuáles son tus autores referenciales? ¿Qué tiene que tener un autor para conmoverte? ¿Qué es para vos la literatura?

-Ni podría mencionarlos todos. En general, parto de los clásicos: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra, Luis de Góngora, Pedro Salinas, Federico García Lorca, William Faulkner, Ernest Hemingway, Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft, Philip Dick… Imaginate todos los que te podría mencionar. Después hay autores jóvenes que escriben ahora y que me gustan mucho también, obvio: Selva Almada, Samantha Schweblin, Sebastián Basualdo, Juan Manuel Candal, Ramiro Sanchiz… Hay un montón y no quiero ser injusta con nadie. Me gusta mucho el policial, la ciencia ficción y lo fantástico; me gusta que un autor tenga un estilo propio, que me deje pensando, que me interpele…, no muy diferente de lo que buscan muchos en la literatura, aunque para mí la literatura es una de las cosas que realmente me hace feliz, y no te exagero. Después tengo otros gustos, como te decía, la música, o amo caminar mucho, estar al sol, tomar mate al aire libre.



-¿Cuál es tu dialéctica de persuasión desde la escritura? Porque vos como que lo negás, pero sos escritora…

-No soy una escritora en el sentido de aspirar a publicar o a escribir un texto de largo aliento. Escribo cosas breves y me alcanza que me lean mis amigos. La escritura casi siempre me salva de mis tristezas personales, me rescata de mi soledad, me ayuda con mis miedos, me permite decir lo que, muchas veces, no diría nunca en persona. Con eso, creo que ya tengo que agradecerle mucho al hecho de poder sentarme y escribir.

-¿Acá estamos haciendo mayéutica todo el tiempo? Hablando de tiempo, sé que tenés una rutina bastante agotadora, y es admirable tu entereza. ¿Cómo te llevás con esos tiranos, con los relojes?

-El tiempo me da vueltas todo el día en la cabeza. Será porque a cierta edad uno sabe que no queda tanto para disfrutar y que es ahora o nunca, como diría Elvis. Por eso hago tantas cosas, como una manera de conjurar la finitud que es inevitable, para “llenar el inexorable minuto, con el valor de los sesenta segundos de la distancia final”, como diría Rudyard Kipling.

-¿Sabías que por azar me surgió una seguidilla de entrevistas a mujeres? Siempre me costó la psicología femenina. Tengo mucho que aprender. Mejor ser fotógrafo en Playboy..., aunque, bueno, acá sólo tomo fotos espirituales. Toda buena foto es cultura. La imagen…, ¿te gusta la fotografía, la pintura? ¿Cómo te llevas con el cine?

-Me encantan la fotografía y el cine, me gustan las buenas fotos, y admiro a los que saben sacarlas y escribir una historia con una imagen. Algún día me gustaría aprender a sacar buenas fotos. El cine me encanta, pero como la vida es una negociación, tuve que negociar con el cine y no le puedo dar bolilla: ya no me queda tiempo, salvo a veces en las vacaciones.

-Pensás que la edición, ya sea en cine, música o literatura, está ahogando un poco las cosas. Lo espontáneo, como por ejemplo lo era en sus orígenes el jazz. Porque hay cosas, como la realidad vivida, que no se puede editar…

-Estamos en un momento donde la edición adquirió un lugar muy importante. A veces, hay hasta conflictos entre los editores y los autores. Creo que cada uno tiene que mantener su lugar para que no choquen sus intereses. No sé mucho de edición de cine o de música, pero hay que reconocer que la finalidad es mejorar el producto original, supuestamente. La pregunta sería entonces, cómo combinar esa originalidad con la edición para que nadie salga perdiendo. Relacionado con lo que decís que en la vida no se puede editar, hay un fragmento de Milan Kundera que me encanta: “El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación, como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro”.

-Me enteré que tenés un hijo flamante ingeniero. ¡Felicitaciones! Pero, si es ingeniero, tal vez piense que cosas como las que estamos haciendo vos o yo en este momento son patrañas…

-Tengo un hijo ingeniero y una hija casi licenciada en Economía, así que estoy rodeada. Mi hijo, en especial, ve la vida completamente diferente de lo que yo la veo, pero está bueno eso. Al menos, no podrá decir que le hice estudiar lo que me gustaba a mí. 


                     
"Panificar, escribir, corregir". Adriana Santa Cruz

Planificar, escribir, corregir

Saberes y competencias del redactor


-Sé que te gusta viajar, ¿querés contar algunas experiencias?

-En realidad, me gusta, pero no viajo tanto. Amo la montaña, aunque el año pasado conocí Uruguay, y me encantaron sus playas. En la Argentina, disfruté cada día en Mendoza, en Córdoba, en Bariloche, y en especial, en Ushuaia, un lugar mágico, increíblemente hermoso.

-¿Algún íntimo deseo para contar?

-Me gustaría ser un poco menos tímida. Es una lucha diaria que a veces me quita la posibilidad de disfrutar del todo.

-Algún actor, referente cultural o que esté en cualquier área del quehacer social que se robe tu corazón…

-Hay un par de escritores que tienen un lugar especial en mi corazón, pero no los voy a nombrar, jajajaja.

-¿Qué opinás de la situación actual de país? Y acá te la complico, aclarando que yo soy anarcoindividualista como Borges, pero sin su perfil de conservador, claro está. ¿Qué opinás del peronismo?

-Mi papá era peronista así que crecí escuchando cosas buenas de Perón y de sus obras. Mucho de lo que hizo el peronismo estuvo bueno. Sus luchas y sus acciones concretas para reivindicar los derechos de los que menos tienen no se pueden negar. Después están los políticos que son otra cosa. Somos un país de grandes ideas, de buenas intenciones, de ideologías fuertes, pero fallamos en los que tienen que poner en práctica todo esto. Nuestros políticos no son los mejores, y hablando de este momento en particular, estamos en una crisis bastante grande, profunda, y como sociedad nos estamos cuestionando mucho, cosa que está bien, pero en ese cuestionamiento también surgen resentimientos, odios, enfrentamientos.

-¿Qué cambios te gustaría ver en el futuro en el área de la cultura y la educación?

-Me gustaría que se le diera real bolilla a la educación, que no hubiera parches arreglando pavadas y dejando lo importante para más adelante; me gustaría un país donde los docentes no tuviéramos que hacer paro, donde todos tuvieran las mismas posibilidades de acceder a la cultura; un país que cuidara a sus jóvenes. Estoy convencida de que solucionando el tema de la educación, otras cosas se acomodarían inmediatamente.

-¿Sabías?, esto no lo hago desde tiempos remotos. Pero te cumplo, y dejo sobre tu escritorio una manzana.

-Muchas gracias por permitirme hablar de mis pasiones y ya mismo me como la manzana.

                   
                     
"Todos, hombres y mujeres, tenemos una percepción clara del paso del tiempo y la medimos de diferentes maneras: en el crecimiento de nuestros hijos, en la imagen que nos devuelve el espejo, en esa sensación terrible de que todo pasa a una velocidad que no podemos regular -y menos detener-, en la conciencia de la finitud que rige cada cosa que hacemos. Hoy escuchaba a una mujer que, en un lenguaje muy simple, hablaba justamente de esta preocupación: "Todavía no sé cómo pasé de elegir el regalo para Navidad para mi nieta a acompañarla a comprar la mochila para la escuela". Ojalá, al menos por un ratito, la vida fuera como una imagen detenida que espiamos por una abertura en una pared."

Adriana Santa Cruz





2 comentarios:

  1. Excelente entrevista. Felicitaciones. Admirable, Adriana, como siempre.

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  2. ¡¡Gracias, Santiago!! Te mando un abrazo bien grande. A pesar de la distancia, siempre estamos comunicados.

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